Te explicamos cuáles son las principales virtudes humanas y te contamos qué son la prudencia, la compasión, la generosidad y muchas más.
¿Cuáles son las principales virtudes humanas?
Las virtudes son aquellas características o rasgos morales, propios de la manera de ser de las personas, que son considerados positivos, deseables, dignos de elogio y de imitación. Son, por ende, lo contrario de los defectos, y cada cultura y religión tiene su listado propio de cuáles son y, sobre todo, cuáles son las más importantes o fundamentales.
De este modo, por citar un ejemplo, el cristianismo católico enumera las siete virtudes teologales o celestiales, que se contraponen a los siete pecados capitales: humildad, generosidad, castidad, paciencia, templanza, caridad y diligencia. Otras religiones, como el budismo, destacan las virtudes de la bondad amorosa, la compasión, la alegría y la ecuanimidad.
De manera similar, las tradiciones éticas filosóficas antiguas tenían sus puntos de vista al respecto, por lo que es posible también hablar de las virtudes platónicas (de Platón), aristotélicas (de Aristóteles), o incluso de las virtudes caballerescas de los códigos medievales, entre muchos otras.
El término “virtud” proviene del latín virtutem, término relacionado con vir, “varón”, pues originalmente se refería al coraje y la fuerza de los guerreros, en su mayoría varones, y posteriormente pasó a utilizarse para los rasgos destacables o deseables en general. En la actualidad, se entiende como virtudes a distintos rasgos de la personalidad, y se llama virtuoso o virtuosa a quienes las ejercen muy a menudo.
A continuación explicamos algunas de las principales virtudes humanas.
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La prudencia
Una persona prudente, es decir, que ejercita la prudencia, es aquella que se toma su tiempo para sopesar las opciones antes de actuar o tomar una decisión, minimizando así los riesgos de equivocarse y de tener que enfrentar consecuencias indeseadas. La prudencia es un valor en la medida en que aleja a las personas del peligro, y es lo opuesto a la temeridad o la imprudencia.
Por ejemplo, una persona prudente evalúa bien las ofertas que le hacen a la hora de hacer una compra, fijándose en la letra pequeña para no tomar una decisión precipitada y luego arrepentirse.
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La compasión
Una persona compasiva, esto es, que ejerce la compasión, es aquella que siente el dolor o el padecimiento ajeno como si fuera propio, y que, por lo tanto, hace lo que puede por remediarlo. Las personas compasivas suelen ser más desprendidas, más generosas, incluso con aquellas personas que, de alguna manera, podrían no merecerse semejante acto de piedad. En este sentido, la compasión es lo opuesto a la indiferencia y, sobre todo, a la crueldad.
Por ejemplo, una persona compasiva puede compartir la comida de su plato con alguien que no tiene nada que comer, incluso a riesgo de quedar ella misma insatisfecha.
La generosidad
Una persona generosa, o sea, que practica la generosidad, es aquella que comparte de buena gana lo propio con los demás, o que está siempre dispuesta a darle a los demás, a ayudarles, a suministrarles lo que necesitan. Esto puede referirse a cosas materiales, al tiempo, a la atención, incluso al afecto, y en este sentido la generosidad es lo contrario a la mezquindad o el egoísmo.
Por ejemplo, una persona generosa puede ayudar a un amigo que necesita dinero, dándole incluso un poco más de lo que el amigo le pide, con tal de asegurarse de que se encuentre bien.
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La fortaleza
Una persona fuerte, es decir, que demuestra fortaleza, es aquella que es capaz de enfrentarse a situaciones adversas, dolorosas o retadoras con un espíritu sereno, sin caer en crisis ni abandonar sus planes, deseos o necesidades. Esto no significa que las personas con fortaleza no sufran, sino que pueden hacer frente a dicho sufrimiento de una manera calma, sin desmoronarse. Por ese motivo, la fortaleza es lo contrario de la debilidad.
Por ejemplo, una persona con fortaleza puede hacerle frente a la muerte de un ser querido, atender los asuntos funerarios sin desmoronarse, y una vez resuelto todo, dedicarse a elaborar el duelo a su manera.
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La templanza
Una persona con temple, es decir, que practica la templanza, es una persona con autocontrol, especialmente de cara a las tentaciones y las situaciones de descontrol emocional. La templanza les permite a las personas saber cuándo parar y conservar cierto equilibrio, evitándose así males mayores después. Es la virtud contraria al descontrol, la temeridad o el apasionamiento.
Por ejemplo, una persona con temple podrá disfrutar de una partida de póquer, sin caer en una espiral de vicio que lo lleve a gastar lo que no tiene y a endeudarse.
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La paciencia
Una persona paciente, o sea, con mucha paciencia, es aquella que puede soportar estoicamente situaciones que a otros enfurecerían, frustrarían o desesperarían. Es decir, la paciencia permite a las personas ser tolerantes, poner buena cara a situaciones estresantes y darles a los demás segundas oportunidades. Es, por ende, lo opuesto a la impaciencia, la desesperación o la irritabilidad.
Por ejemplo, una persona paciente puede esperar sin perder el buen ánimo en una larga fila para realizar un trámite burocrático.
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La humildad
Una persona humilde, o sea, dotada de humildad, es aquella que no siente la necesidad de vanagloriarse de lo que tiene o lo que logra, ni de creerse superior a los demás de ningún modo. En ese sentido, la humildad es lo contrario de la arrogancia, la prepotencia e incluso el orgullo.
Por ejemplo, una persona con humildad es la que vence a su rival en un torneo deportivo y, en lugar de humillarlo o vanagloriarse por su triunfo, lo comparte con él y lo felicita por el esfuerzo realizado.
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La benevolencia
Una persona benevolente, es decir, que practica la benevolencia, es aquella que ofrece a los demás un rostro amable, un buen semblante y una buena disposición. Dicho de otro modo, una persona benevolente está inclinada a hacer el bien, o sea, a la bondad y a actuar de manera desinteresada, por amor al prójimo. La benevolencia, por ende, es lo contrario a la malevolencia o maldad, a la mezquindad y al egoísmo.
Por ejemplo, una persona benevolente es aquella que se preocupa por las necesidades de un amigo que está pasando un mal rato, y sin que él se lo pida le ofrece ayuda, lo acompaña en sus sufrimientos o hace aquello que pueda por él.
La caridad
Una persona caritativa, o sea, que practica la caridad, es aquella que es desprendida y generosa con los que tienen menos que ella. Se trata de una de las formas de la compasión, que aplica específicamente a los elementos materiales: el dinero, los alimentos, la ropa, todo aquello que pueda ayudar a quienes están en situación de pobreza, minusvalía o necesidad. Es, por ende, lo contrario a la mezquindad y la avaricia.
Por ejemplo, una persona caritativa es aquella que dona parte de su dinero a causas benéficas y que procura aliviar los pesares de aquellos menos favorecidos.
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La esperanza
Una persona con esperanza es aquella que espera lo mejor para el futuro, a pesar de las adversidades del presente. Es decir, a pesar de que las cosas no estén saliendo como las desea, conserva la fe en que todo acabará bien y, por lo tanto, no desespera, ni renuncia tempranamente a lo que desea. La esperanza es lo contrario a la desesperanza y la desesperación, y es una de las grandes virtudes religiosas de todos los tiempos, pues una persona esperanzada conserva su fe en la voluntad divina.
Por ejemplo, una persona con esperanza seguirá esforzándose en su trabajo a pesar de que el ascenso deseado no se produzca o se postergue en el tiempo. De esta manera, tarde o temprano lo recibirá, mientras que una persona desesperanzada empezará a trabajar de peor manera y arruinará sus chances de recibir el ascenso.
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La amabilidad
Una persona amable, que actúa con amabilidad, es aquella que trata a las personas del mejor modo posible: con respeto, con deferencia, sin importar de quién se trate. La amabilidad es lo contrario a la antipatía y la odiosidad.
Por ejemplo, una persona amable recibirá con una sonrisa y con paciencia a un cliente que ingrese a su tienda, dedicándole el tiempo requerido al atenderlo, sin tratos desagradables ni gestos de desprecio, ya sea que el cliente compre o no.
La gratitud
Una persona agradecida, es decir, que ejercita la gratitud, es aquella que se muestra agradecida ante la vida y ante el mundo, y que por lo tanto está consciente de las cosas buenas de su existencia y se centra en ellas para soportar las cosas malas.
También aplica para las personas que no olvidan los favores recibidos cuando quien los brindó necesite, a su vez, una mano amiga. La gratitud es una virtud muy exaltada por las religiones y códigos morales, incluso por la autoayuda moderna, pues contribuye en buena medida a alcanzar la felicidad individual, y es lo contrario a la ingratitud.
Por ejemplo, una persona agradecida está dispuesta a retribuir de buena gana algún favor recibido a quien lo brindó en su momento: ayudar con su mudanza al amigo que ayudó con la suya, por ejemplo, o devolver el dinero prestado lo antes posible, pues quien lo prestó podría llegar a necesitarlo.
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La responsabilidad
Una persona responsable, que actúa con responsabilidad, es aquella que hace frente a los propios errores y las propias decisiones, sin ocultarse detrás de otros y sin permitir que otros paguen por las propias equivocaciones. Una persona responsable se hace cargo de lo dicho o hecho, de un modo u otro, lo cual es exactamente lo opuesto a la irresponsabilidad.
Por ejemplo, una persona responsable asume los errores cometidos en su trabajo, incluso si ello le cuesta el cargo, y no deja que la responsabilidad se diluya en el equipo o que la paguen otros que nada tuvieron que ver.
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La valentía
Una persona valiente, es decir, con valentía o coraje, es aquella que puede hacerle frente a situaciones que le producen miedo, intimidación o vergüenza. Por lo tanto, una persona valiente no es aquella que nunca tiene miedo, sino que es la que actúa a pesar de ese miedo o esa vergüenza. Por lo tanto, se trata de lo opuesto a la cobardía.
Por ejemplo, una persona valiente le dirá a su pareja las cosas que le hacen daño o que no le gustan, a pesar de que con esto deba atravesar un momento incómodo, de angustia o incluso correr el riesgo de una pelea.
La sinceridad
Una persona sincera es aquella que actúa con sinceridad, o sea, que demuestra un compromiso con la verdad. Las personas sinceras dicen siempre la verdad, incluso cuando esto les pueda resultar contraproducente. La sinceridad es lo contrario a la mentira y la insinceridad.
Por ejemplo, una persona sincera admitirá los errores cometidos en el pasado, aunque esto la coloque en una situación incómoda frente a terceros o frente a una nueva pareja; pero su compromiso con la verdad es mayor que su miedo a las repercusiones.
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La abnegación
Una persona abnegada, esto es, que actúa con abnegación, es aquella que se muestra dispuesta a hacer sacrificios con tal de lograr los cometidos propuestos o de cumplir la palabra empeñada. Así, la abnegación es similar al compromiso, y es contraria a la comodidad y al egoísmo.
Por ejemplo, un padre abnegado es aquel que antepone el bienestar de sus hijos a sus placeres personales.
La perseverancia
Una persona perseverante, o sea, que demuestra perseverancia, es aquella que continúa esforzándose por lo que anhela sin importarle los fracasos momentáneos, es decir, que no se rinde y no renuncia a pesar de que las cosas no se den de buenas a primeras. La perseverancia es lo contrario de la comodidad y el facilismo, y tiene puntos en contacto con la constancia y la templanza.
Por ejemplo, un deportista perseverante es aquel que continúa practicando a diario a pesar de que en las competiciones oficiales haya sido derrotado, ya que de esa manera logrará mejorar su nivel y alcanzar el triunfo que tanto anhela.
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La constancia
Una persona constante, esto es, que demuestra constancia, es aquella que se mantiene fiel y firme en sus deseos, convicciones o labores, y que puede, por lo tanto, sostener un plan o un proyecto en el tiempo. Las personas constantes no se rinden, y suelen ser buenas para adoptar hábitos y mostrarse firmes en lo que buscan, de modo que suelen también ser perseverantes. La constancia es lo contrario de la inconstancia.
Por ejemplo, un artista es constante si dedica regularmente tiempo a sus labores artísticas (a pintar, a escribir, etcétera), sin rendirse aunque el proceso sea difícil y sin refugiarse en derrotismos y comodidades, pues solo así logrará eventualmente la obra que se propone.
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La justicia
Una persona justa o que actúa con justicia es aquella que considera los factores contextuales de cada situación y actúa de un modo que le resulta ecuánime, objetivo, sin favorecer sus intereses personales y apuntando siempre al bienestar común. Las acciones serán justas o no dependiendo de la perspectiva con que se las mire, pero en general una persona justa tiende a ser cautelosa, objetiva y a honrar siempre los acuerdos establecidos.
Por ejemplo, un jefe es justo cuando le reconoce a sus trabajadores el esfuerzo realizado de cara a los gerentes de la empresa, y se reparte con ellos las recompensas del trabajo realizado, en lugar de quedarse con todo el protagonismo.
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La castidad
Una persona casta o que vive con castidad es aquella que se resiste a las tentaciones mundanas, especialmente a las carnales (eróticas o sexuales). No se trata de que una persona casta no disfrute de dichos placeres o que se niegue a ellos por completo, sino de que sepa administrarlos con prudencia y sin desenfrenos. Lo contrario de la castidad es la lujuria.
Por ejemplo, un hombre casto es aquel poco propenso a las relaciones sexuales pasajeras.
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La sabiduría
Una persona sabia, o que hace gala de sabiduría, es aquella que tiene mucho conocimiento informal, o sea, fruto de la experiencia y no de los estudios, y esto le permite tomar decisiones más acertadas, adelantarse a las situaciones y actuar en general de un modo más inteligente y sutil. La sabiduría puede considerarse lo opuesto a la banalidad y la torpeza.
Por ejemplo, un maestro da evidencia de sabiduría en su oficio cuando entiende que cada alumno aprende de un modo distinto y propicia el escenario para que los alumnos adquieran los saberes de acuerdo a su propia manera de ser, en lugar de obligarlos a todos por igual a cursar un mismo camino.
La discreción
Una persona discreta es aquella que no habla de más, ya sea de sus asuntos o, sobre todo, de los asuntos de terceros. La discreción, entendida así, es una forma de respeto por la vida ajena y por los secretos ajenos, y es lo contrario de la habladuría.
Por ejemplo, una persona discreta puede saber detalles íntimos de la vida de alguien y no compartirlos, pues no sabe qué consecuencias pueda traerle a esa persona, y también a sí misma.
La sencillez
Una persona sencilla o que actúa con sencillez es aquella que no llama demasiado la atención sobre sí misma. La sencillez es semejante a la humildad, en la medida en que una persona sencilla no hace alardes sobre lo que hace y prefiere pasar más o menos desapercibida, y por lo tanto es lo contrario de la vanidad y la ostentosidad.
Por ejemplo, una persona sencilla invierte en sus ropas y vestidos aquello que considera estrictamente necesario, ya que no presta a las apariencias demasiada atención.
La industriosidad
Una persona industriosa o laboriosa es aquella que trabaja con tenacidad y ahínco, o sea, que se esfuerza mucho en los asuntos del trabajo y se gana la vida de buena fe. La industriosidad o laboriosidad es una virtud en la medida en que le brinda a las personas la posibilidad de ser autosuficientes y de contribuir a la sociedad con el mismo espíritu con que lo harían para sí mismas. Por ende, es una virtud contraria a la flojera y la pereza.
Por ejemplo, un trabajador laborioso es aquel que llega a tiempo a su trabajo, no se toma más descansos que los debidos y que procura que sus resultados sean los mejores posibles.
La minuciosidad
Una persona minuciosa es aquella que presta mucha atención a los detalles, y por lo tanto en sus acciones es muy detallista, escrupulosa, pulcra, y no suele dejar las cosas por la mitad. Lo contrario de la minuciosidad es la brutalidad, la indiferencia o la torpeza.
Por ejemplo, un inspector minucioso es aquel que en sus investigaciones no deja ningún detalle al azar, sino que lo coteja todo y presta mucha atención a elementos aparentemente superficiales.
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Referencias
- “Virtud” en Wikipedia.
- “Etimología de virtud” en el Diccionario Etimológico Castellano En Línea.
- “Virtud” en la Enciclopedia Herder.
- “Virtudes humanas” en Opus Dei.
- “Virtudes humanas” en Caritas Monterrey (México).
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