Origen del ser humano

Te explicamos cuál es el origen del ser humano según la ciencia y qué especies humanas existieron. Además, las explicaciones religiosas.

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Nuestra especie surgió hace 200.000 años a través de la evolución.

¿Cuál es el origen del ser humano?

Uno de los grandes misterios que la humanidad ha tratado de resolver desde el comienzo de sus días ha sido el origen del ser humano, es decir, la respuesta a las preguntas: ¿De dónde venimos? ¿Cómo y cuándo surgió el primer ser humano? ¿Cómo comenzó la historia misma de nuestra especie?

Desde luego, la humanidad no siempre ha contado con las mismas herramientas para buscar respuesta a preguntas tan complejas e importantes, así que lo ha intentado a través de explicaciones de distinto tipo.

Así, inicialmente, disponía sólo de explicaciones de tipo mitológico o religioso, que formaban parte de una visión mágica o mística del universo. Entre ellas, la antropogonía es la teoría de que el ser humano forma parte esencial de la obra creadora de alguna divinidad todopoderosa o algún conjunto de deidades.

Sin embargo, conforme la sociedad humana se hizo más compleja y capaz de conocer, interpretar e incluso manipular el mundo a su alrededor, surgieron nuevas formas de pensamiento y, eventualmente, la ciencia y el modelo de comprobación empírico trajeron nuevas explicaciones.

La más aceptada y corroborada de todas ellas, en la actualidad, explica que nuestra especie proviene del mismo proceso evolutivo capaz de explicar el origen de todos los seres vivos, o sea, la Teoría científica de la evolución humana.

A pesar de la abrumadora evidencia científica que contradice los postulados tradicionales del creacionismo y la antropogonía, buena parte de la sociedad insiste en aferrarse a la idea de que el ser humano fue creado por Dios.

Algunos sectores son más fanáticos en su defensa de las posturas tradicionales, mientras que otros poseen una mirada más pragmática del asunto, que permite fusionar la fe religiosa con la explicación científica, interpretando la mano de Dios como la fuerza natural que creó la vida y la condujo hacia la aparición del humano.

Ver además: Origen de la vida

Explicaciones científicas del origen de la humanidad

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Diversas especies compartían rasgos que las identificaban como humanas.

El origen de la humanidad es inseparable, en términos científicos, del origen de las demás especies, dado que responde al igual que en sus casos, al complejo proceso de la evolución y la especiación, tal y como lo explica la síntesis evolutiva moderna (o neodarwinismo).

Esta última es fruto de las teorías científicas hoy en día obsoletas de Jean-Baptiste Lamarck (el llamado Lamarckismo), y de las principales deducciones y observaciones al respecto hechas por el naturalista inglés Charles Darwin, publicadas en sus libros El origen de las especies (1859) y El origen del hombre (1871), así como de los trabajos posteriores de numerosos estudiosos de la biología, la genética y de los hallazgos de la paleontología moderna.

De acuerdo a la explicación más probable que la ciencia ha podido deducir, nuestra especie, Homo sapiens, es la única sobreviviente de un conjunto de especies humanas similares, que entre todas componen el género Homo: Homo neanderthalensis, Homo erectus, Homo ergaster, por mencionar algunas.

Estas especies eran distintas entre sí física y genéticamente, aunque todas compartían rasgos fundamentales que las identificaban como humanas: la capacidad para caminar erguidos y manejar herramientas, una estructura social tribal y cierta tendencia variable hacia el lenguaje y la imaginación.

Sin embargo, todas ellas provenían de un ancestro animal común, un primate perteneciente a los hominoideos, grupo que floreció hace unos 25 millones de años aproximadamente. Del mismo animal provienen también los chimpancés y los gorilas, nuestros parientes animales más cercanos genéticamente.

Nuestro antepasado dentro de dicho grupo de animales fue el Australopithecus ramidus, surgido en las selvas de lo que hoy es África, hace unos 5 a 7 millones de años atrás, una especie mucho más similar a un chimpancé que a un humano moderno, pero que ya presentaba cierto grado de separación en su constitución física, así como evidencia de cierto grado de bipedalidad, es decir, de la tendencia a pararse en sus patas traseras.

No sabemos exactamente qué motivos llevaron a estos primates arborícolas de 1.20 metros de estatura a bajar al suelo y comenzar a caminar erguidos, como lo hicieron ya sus especies desciendentes, Australopithecus anamensis y Australopithecus afarensis, cuya estatura alcanzaba ya el metro y medio.

Quizá la competencia por la comida y el hábitat se hizo feroz, o quizá el cambio hacia los actuales pastizales y sabanas africanos los obligó a desplazarse de un árbol a otro lejano y, por ende, a caminar largos trayectos entre hierbas y gramíneas que podían esconder depredadores y peligros. Frente a ese panorama, nuestros ancestros se veían obligados a erguirse para poder ver por encima de la hierba.

La evolución, entonces, hizo  su trabajo. Al caminar en sus miembros traseros, las patas delanteras quedaban libres y podían ser utilizadas para transportar alimentos o incluso herramientas con las cuales defenderse, como palos y huesos. Así fue posible la diferenciación de las manos y los pies, y la aparición de los pulgares oponibles, rasgo característico de las especies humanas.

De esta forma, hace 2.4 – 1.5 millones de años apareció la primera especie propiamente humana: Homo habilis, cuya apariencia seguía siendo claramente simiesca, pero estaban dotados de un cerebro más voluminoso, apropiado para los nuevos usos diversos que sus manos libres les permitían.

Luego, alrededor de 1.8 millones de años atrás, surgió la más exitosa de las especies humanas ancestrales, que fue capaz de construir herramientas líticas, dominar el fuego y abandonar el continente africano para esparcirse por todo el mundo: el Homo erectus.

Esta última especie existió hasta hace unos 300.000 años aproximadamente, aislada en sus diversos hábitats geográficos, en los que probablemente dio origen a nuevas especies humanas, tales como el Homo neardenthalensis (el “hombre de Neandertal”) y Homo denisovensis (el “homínido de Denísova”), algunas de las más recientes de las que tenemos registro.

Pero resulta difícil determinar hoy en día cuál es la historia genética exacta de éstas y otras especies humanas que, además, es probable que se mezclaran hasta cierto punto y que compitieran por los recursos disponibles.

De hecho, durante el siglo XX, se pensó que el Homo sapiens había surgido en distintos lugares del planeta, siendo así descendiente de estas distintas especies, dependiendo de su raza. Esto es lo que se conoce como poligenismo, y es hoy en día una teoría obsoleta.

Sabemos a ciencia cierta que la especie Homo sapiens surgió hace unos 200.000 años en el este de África. En algún momento de su historia (hace unos 60.000 años) inició un proceso de migración hacia el resto del mundo, en el cual inevitablemente debió encontrarse con sus otros parientes humanos.

Ello dio lugar a cierto grado de mezcla, como lo evidencia la presencia de cierto grado de ADN Neandertal en los ciudadanos actuales de Europa. Por otro lado, seguramente existió una abierta competencia por el territorio y los recursos.

Desconocemos las razones exactas que condujeron a las demás especies humanas, a la extinción. No es descabellado pensar que perdieron contra nosotros la competencia por el dominio de los recursos, o que quizá su desaparición responde a un lento proceso de exterminio de nuestra parte. En todo caso, tras su desaparición, la humanidad quedó integrada únicamente por los Homo sapiens, dando así inicio a lo que hoy llamamos prehistoria.

Explicaciones religiosas del origen del ser humano

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Cada cultura elegía los materiales que más valoraba en la “fabricación” del humano.

Por su parte, las explicaciones religiosas del origen de la humanidad son sumamente distintas entre sí, dependiendo de la tradición cultural y mística específica a la que pertenezcan. Incluso en una misma civilización podían convivir distintos mitos de creación del ser humano, dependiendo de la etnia, el culto o la vertiente religiosa, como ocurría a menudo en los imperios multiculturales.

Sin embargo, todas ellas tenían en común la idea de que el ser humano es fruto directo o indirecto de las artes mágicas o sobrenaturales de un ser omnipotente, es decir, que fue creado por un Dios o por un conjunto de ellos.

Muchos de estos mitos de creación tienen rasgos en común y explicaciones similares para ciertos fenómenos, como la muerte, el envejecimiento o la reproducción. Incluso algunos elementos fueron transmitidos entre una y otra tradición, o incluso aparecieron espontáneamente en culturas que tuvieron poco o ningún contacto. Suelen ser muy diversos y reflejar el universo inmediato de las culturas que los produjeron.

Por ejemplo, en la antigua Mesoamérica maya, según cuenta el Popol Vuh, se decía que el ser humano había sido creado por los dioses a partir del maíz, luego de dos intentos infructuosos con madera y barro.

Por otro lado, en la Antigua Grecia, similarmente, se hablaba de cinco edades o razas de seres humanos, creados a partir de la Tierra de manera espontánea: la raza de oro, la raza de plata, la raza de bronce, la raza de hierro y, finalmente, la raza de arcilla, la única que sobrevivió al juicio de los dioses.

Algo parecido contaba la tradición nórdica escandinava, según la cual los primeros seres humanos habían sido el hombre Askr, (“fresno”) y la mujer Embla (“Olmo”), nacidos gracias a los dioses de los troncos de dichos árboles; o, según otras versiones, nacidos del legendario árbol cósmico Yggdrasil, un fresno perenne. Cada cultura elegía los materiales que consideraba más preciados para describir la “fabricación” humana por parte de las deidades.

Además, ciertos valores o ciertas concepciones de la vida se imprimieron en el mito de creación y transmitieron con él a través de las generaciones. Por ejemplo, la tradición judeocristiana ve en el trabajo, el parto con dolor y la muerte el castigo que Dios infligió a la especie humana debido a los errores cometidos por Adán y Eva, los primeros seres humanos, en el Jardín del Edén, lugar en donde llevaban una vida armónica y eterna.

Adán había sido creado del barro, dicho sea de paso, mientras que Eva a partir de una costilla suya. Pero la humanidad, según este mito, es heredera de los errores (pecados) de sus ancestros: una visión que el cristianismo tomó a su conveniencia, contando que el mesías Jesucristo venía a limpiar de pecados de todos.

Sigue con: Dimensiones del ser humano

Referencias

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Equipo editorial, Etecé (16 de julio de 2021). Origen del ser humano. Enciclopedia Concepto. Recuperado el 3 de octubre de 2024 de https://concepto.de/origen-del-ser-humano/.

Sobre el autor

Última edición: 16 de julio de 2021

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