Modo de producción capitalista

Te explicamos qué es el modo de producción capitalista según el marxismo, su origen, ventajas, desventajas y otras características.

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Según el marxismo, el capitalismo se basa en la explotación de una clase por otra.

¿Qué es el modo de producción capitalista?

Según la terminología marxista, el modo de producción capitalista es aquel propio de las sociedades capitalistas surgidas luego de las Revoluciones Burguesas que acabaron con el modelo feudal del medioevo. Según los postulados de Marx, su propia dinámica interna lo conduce a la extinción y al surgimiento final del comunismo.

El modo de producción capitalista es considerado por los estudiosos no marxistas como un sistema económico, en el que el valor de los bienes y servicios se expresa en términos monetarios, los mismos en los que se recompensa a las personas por su trabajo.

En cambio, para la ortodoxia marxista el capitalismo es el modelo económico en que la burguesía detenta el control de los medios de producción. Pero además es un modelo de organización social, político y económico.

Recordemos que la burguesía es la clase social intermedia entre los siervos campesinos y la aristocracia terrateniente. Surgió al final del período medieval, junto al mercantilismo, las dinámicas de intercambio internacional de mercancías, pero también revolucionarios avances en la tecnología, la ciencia y la cultura.

Todas esta novedades cambiaron para siempre el modo en que se satisfacían las necesidades humanas, desplazando el foco del trabajo rural al comercio urbano. Así, el modo de producción capitalista es el sistema propio de una época industrial, en la que el capital ha desplazado en importancia a la tenencia de tierras.

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Características del capitalismo

De acuerdo a la interpretación marxista tradicional, el capitalismo funciona en base a dos pilares. Por un lado, el control de la burguesía de los medios de producción (fábricas, por ejemplo). Por otro lado, la alienación de los trabajadores de su labor productiva, es decir, que estos últimos sienten ajeno el trabajo que realizan.

De ese modo, los burgueses pueden explotarlos, pagándoles a cambio de su trabajo un salario, pero aprovechando la plusvalía: el valor añadido que las labores del trabajador le incorporan al producto final. Dado que ese valor agregado excede por mucho al salario del trabajador, la relación de trabajo beneficia únicamente de la burguesía, que además realiza el esfuerzo.

En términos más simples, el capitalismo consiste en el intercambio del tiempo y de la capacidad de trabajo de los trabajadores, por un salario calculado por hora y por complejidad de las labores a desempeñar. El salario nunca superará las ganancias del dueño de la fábrica, que invierten en ella el capital y a veces la jefatura, pero no el trabajo.

De dicho arreglo el trabajador obtiene dinero para consumir bienes y servicios, mientras que el burgués obtiene ganancias que puede reinvertir en el negocio (o hacerlo crecer) y dinero para su propia subsistencia. El conjunto de los trabajadores se denominan, como clase, proletariado.

Semejante arreglo socioeconómico no sería posible sin la existencia de la propiedad privada, dado que la burguesía es dueña de los medios de producción, y por ende decide quién trabaja y quién no. Sin embargo, los términos en que el trabajo se dará son negociados con sus trabajadores (sindicatos, gremios, etc.) y con el Estado (idealmente).

Origen del modo de producción capitalista

El capitalismo como sistema surgió después de la caída del feudalismo en el siglo XV. La expansión imperial de las principales potencias europeas hizo circular grandes dimensiones de mercadería de otras regiones del mundo. Así nació la burguesía como una nueva clase social que había derrotado a la aristocracia terrateniente del medioevo.

Esta clase de comerciantes de origen plebeyo, pero poseían capitales. Así se convirtieron en los dueños de las primeras empresas que cambiaron para siempre el modo en que se producen los bienes y servicios en el mundo.

Impulsaron cambios de tipo científico, espiritual y político que llevaron a las llamadas Revoluciones Burguesas, cuyo punto climático fue la caída del absolutismo monárquico (con Revoluciones como la Revolución Francesa en 1789, o con transiciones paulatinas) y el inicio de las repúblicas democráticas capitalistas que conocemos hoy.

Ventajas del modo de producción capitalista

Las ventajas del capitalismo como sistema son notorias, tanto como sus desventajas. El aspecto positivo del sistema puede resumirse en:

  • Efectividad y flexibilidad. A lo largo de sus pocos siglos de vida, el sistema capitalista ha sabido generar riquezas y adelantos vertiginosos en aspectos científicos, técnicos y económicos, y al mismo tiempo adaptarse a ellos, cambiando con los tiempos y sosteniéndose invicto hasta hoy.
  • Liberalidad. El capitalismo requiere de importantes cuotas de libertad económica e individual, para hacer posible el emprendimiento, el riesgo empresarial y el surgimiento de nuevas iniciativas. En ese sentido, ha tendido a ser más o menos liberal, o sea, a tolerar más o menos la intromisión del Estado en las dinámicas que, idealmente, tendría que regular la “paz del mercado” o la “mano invisible” del mercado. La existencia real de esto último es materia de debate.
  • Permite el movimiento de clases. La tenencia de dinero, en principio, no está sujeta a ningún otro tipo de condiciones humanas, como era la sangre en el caso de las sociedades de castas, y a efectos prácticos importa poco al mercado económico qué tipo de valores profese un capitalista. Esto permite que las clases inferiores puedan, en teoría, ascender a medida que acumulen capitales, y a las superiores descender, a medida que pierdan su capacidad de hacerlo.

Desventajas del modo de producción capitalista

Por otro lado, las desventajas del capitalismo también son dignas de mencionarse:

  • Permite los monopolios y la competencia desleal. Justamente el talante liberal del capitalismo tiende a permitir la concentración de capitales y, por ende, de poder en las manos de unos pocos, que controlan el mercado y pueden competir deslealmente con los demás, formando así monopolios en los que pocos se enriquecen.
  • La distribución desigual de riqueza. Ya que la clase social no está determinada por la sangre ni por otros factores, sino por la cantidad de dinero que tenga la familia, las generaciones venideras vienen al mundo en franca desigualdad de oportunidades, fruto de la concentración de la riqueza en quienes más capitales tienen, ya que el dinero, al circular, genera más dinero, enriqueciendo a pocos en detrimento de muchos.
  • El consumismo. La sociedad generada por el capitalismo está centrada en el consumo y en la obtención de capitales, a menudo olvidando lo que eso realmente significa y quedando atrapada en un espiral de consumo innecesario, comprando por comprar o para subsanar otros aspectos espirituales no considerados en la ecuación.
  • El daño ecológico. La actividad industrial es el corazón del sistema capitalista, que durante casi un siglo se entregó a la explotación de los recursos naturales sin tomar en consideración otros aspectos fundamentales, como el impacto ecológico que el vertido de sustancias de desecho industrial tenía. Así, a finales del siglo XX e inicios del XXI, el cambio climático y las catástrofes ecológicas se asoman en el horizonte futuro cercano, exigiendo cambios radicales e inmediatos en el modelo de producción capitalista.

Marxismo y plusvalía

El concepto de plusvalía es central en la doctrina del marxismo, que la considera esencialmente como un robo que la clase dominante efectúa sobre el esfuerzo del trabajador, quedándose con una porción de valor más significativa en términos monetarios que la recompensada mediante el salario.

Gracias a las luchas obreras y sindicales, muchas de las cuales generaron no pocos conflictos sociales, políticos y culturales a lo largo del siglo XX, el reparto de dicha plusvalía pudo ser renegociado entre trabajadores y empleadores, así como las condiciones de empleo.

Así se racionaron los horarios de empleo, se controló la explotación y se logró, en pocas palabras, un capitalismo más humano para la clase trabajadora. Sin embargo, de acuerdo a la doctrina de Karl Marx, dicha lucha por liberarse de la explotación no concluiría hasta desatar las fuerzas históricas que conduzcan al socialismo.

Otros modos de producción

Así como existe el modo de producción capitalista, podemos hablar de:

  • Modo de producción asiático. Llamado también despotismo hidráulico, ya que consiste en el control de la organización de la sociedad mediante un único recurso necesitado por todos: el agua, en el caso de Egipto y Babilonia en la Antigüedad, o de los canales de riego en la URSS y China. Así, los leales reciben agua para sembrar sus campos, mientras los campos de los desleales se secan.
  • Modo de producción socialista. Propuesto como alternativa al capitalismo por Marx, otorga el control de los medios de producción a la clase obrera o trabajadora, para impedir que sean explotados por la burguesía. Así, el Estado asume la abolición de la propiedad privada y del capital para anteponer los intereses colectivos a los individuales, como un paso hacia una sociedad sin clases pero de producción tan abundante, que los bienes se repartan según la necesidad y no según el mérito.
  • Modo de producción esclavista. Típico de las sociedades clásicas de la antigüedad, como la griega o romana, sostenía su producción de bienes agrícolas en base a una clase esclava, sometida a un estatus jurídico y social particular, en ocasiones inhumano, que los reducía a ser propiedad de un amo particular o del Estado. Estos esclavos no tenían participación política, ni propiedades, ni recibían recompensa alguna por sus labores.

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Referencias

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Raffino, Equipo editorial, Etecé (5 de agosto de 2021). Modo de producción capitalista. Enciclopedia Concepto. Recuperado el 18 de noviembre de 2024 de https://concepto.de/modo-de-produccion-capitalista/.

Sobre el autor

Última edición: 5 de agosto de 2021

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