Te explicamos qué son los diez mandamientos de la tradición judeocristiana, cuáles son y cuál es su origen.

¿Qué son los diez mandamientos?
Los diez mandamientos, conocidos también como el decálogo bíblico (del griego deca, “diez”, y logos, “palabra”), son los diez principios morales, éticos y religiosos que sirven de sustento de las religiones herederas de la tradición judeocristiana: el cristianismo, el judaísmo y el islam. A pesar de que se trata de un texto común, cada una de ellas lo sigue e interpreta a su manera.
De acuerdo a los libros del Éxodo y el Deuteronomio de la Biblia, los diez mandamientos le fueron revelados por Dios al profeta judío Moisés durante su ascenso al monte Sinaí (o Monte Horeb, según la Torá). Dios habría grabado los mandamientos en dos tablas de piedra, de modo que perduraran por siempre y le sirvieran al pueblo hebreo como guía hacia la salvación del espíritu.
Paradójicamente, no todas las interpretaciones de los diecisiete versos bíblicos que describen este episodio son iguales, y existen significativas variaciones respecto de cuáles fueron exactamente estos diez mandatos divinos. Incluso se especula que el número diez haya sido poco más que una estrategia para facilitar su memorización y que en verdad se trataba de muchos más.
Así, por ejemplo, el catecismo católico resume estas diez leyes en una sola sentencia del Evangelio de Mateo: “Amarás a Dios por sobre todas las cosas y al prójimo como a ti mismo”.
¿Dónde están escritos los diez mandamientos?
El relato de los diez mandamientos figura en los libros bíblicos del Éxodo y el Deuteronomio, específicamente en Éx 20: 2-17 y Dt 5: 6-21. Ambos forman parte del Antiguo Testamento, es decir, de los textos sagrados de origen hebreo y anteriores a Jesucristo.
- Ver además: Normas religiosas
¿Cuáles son los diez mandamientos?
Existen discrepancias respecto a la formulación exacta de los diez mandamientos bíblicos. Sin embargo, se trata más o menos de los mismos principios, organizados de acuerdo a su jerarquía, es decir, a la importancia que, según la tradición, Dios les daba como guía moral de su pueblo elegido.
Primer mandamiento: “Amarás a Dios por sobre todas las cosas”
El primer mandamiento establece a Dios como la mayor importancia y la principal preocupación del pueblo hebreo. Esto significa que el pueblo debe seguir los mandatos de Dios como una ley inquebrantable y que no puede adorar a otros dioses o deidades. Además, que deberá anteponer la fe y el compromiso con Dios a cualquier tipo de ganancia personal.
Segundo mandamiento: “No tomarás el nombre de Dios en vano”
El segundo mandamiento condena la blasfemia, es decir, el uso del nombre de Dios para fines egoístas o superficiales, como pueden ser los juramentos falsos, las maldiciones, los insultos, entre otros. Usar el nombre de Dios en estos casos constituye una falta de respeto hacia el creador.
Tercer mandamiento: “Santificarás las fiestas”
El tercer mandamiento ordena al pueblo hebreo a respetar las fechas de su estricto calendario religioso, sin excepción. Por un lado, esto permite que se mantenga viva la tradición, a través de su transmisión a las generaciones más jóvenes. Por el otro, representa una demostración del compromiso supremo del pueblo elegido con Dios, para impedir que se antepongan asuntos mundanos y egoístas a los ritos religiosos.
Cuarto mandamiento: “Honrarás a tu padre y tu madre”
El cuarto mandamiento ordena acatar la autoridad de los mayores, o sea, de los progenitores de cada uno, y respetar su criterio, pues está basado en la experiencia. De este modo, se crea una estructura social estrecha entre padres e hijos. En ese entonces, los primeros tomaban importantes decisiones respecto de la vida de sus descendientes, como el matrimonio o el oficio.
Quinto mandamiento: “No matarás”
El quinto mandamiento se explica por sí solo: consiste en la prohibición del homicidio, especialmente si es motivado por fines egoístas, como la codicia o la lujuria. Este mandamiento es bastante universal entre las religiones, aunque no parece aplicar al asesinato de soldados enemigos durante las guerras ni a la condena de los herejes, por ejemplo.
Sexto mandamiento: “No cometerás actos impuros”
El sexto mandamiento está formulado de manera ambigua y se ha interpretado tradicionalmente como un mandato referente a la sexualidad y a otras conductas que vulneran la dignidad propia y de los demás, como el estupro o el bestialismo. Muchas de las conductas que antaño eran consideradas impuras, hoy en día no tienen la misma consideración moral, como por ejemplo la homosexualidad.
Séptimo mandamiento: “No robarás”
El séptimo mandamiento prohíbe no solo robar, es decir, adueñarse de algo ajeno sin el consentimiento del otro, sino también practicar la usura, la corrupción, el peculado, la estafa y otras transacciones deshonestas y que van en detrimento del trato justo en materia económica y comercial.
Octavo mandamiento: “No darás falsos testimonios ni mentirás”
El octavo mandamiento prohíbe las distintas formas de la mentira, entre ellas el ocultamiento de información necesaria, el fingimiento y la hipocresía.
Noveno mandamiento: “No consentirás pensamientos ni deseos impuros”
El noveno mandamiento está formulado de manera muy amplia y general, pues se refiere a todos aquellos deseos o pensamientos que puedan considerarse pecaminosos, egoístas o indignos. De alguna manera, este mandamiento engloba lo explicitado en muchos otros y les da al pensamiento y al fuero interno de los fieles la misma importancia que a sus acciones en el plano real.
Décimo mandamiento: “No codiciarás a la mujer de tu prójimo ni los bienes ajenos”
El décimo mandamiento condena la envidia y la codicia, es decir, el antojo de lo que pertenece a otra persona. Por lo tanto, condena tanto el adulterio como el hurto, así como desearle mal a otro o guardarle rencor porque se desea lo que tiene.
Origen de los diez mandamientos
A lo largo de la historia, ha habido mucho debate respecto al origen de los diez mandamientos y a la manera en que, considerando su contexto histórico y cultural, deben interpretarse.
Si bien el mito atribuye su origen a una revelación del profeta Moisés alrededor del siglo VIII a. C., hay lecturas históricas que los vinculan a la legislación del antiguo Egipto, donde el pueblo judío sirvió en condición de esclavitud durante años. Según esta versión, buena parte de las leyes hebreas habrían sido inspiradas en el orden legal y religioso de sus antiguos amos.
Por otro lado, estos diez mandamientos fueron muy importantes para el desarrollo del cristianismo y sobre todo de la Iglesia católica, pues de ellos se extrajeron los siete pecados capitales y otros lineamientos morales más o menos rígidos con los que, durante la Edad Media, se rigió la moral de los pueblos occidentales cristianos.
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Referencias
- Sagrada Biblia. (1960). Versión Reina-Valera. Sociedades Bíblicas Unidas.
- The Editors of the Encyclopaedia Britannica. (2024). Ten Commandments. Encyclopedia Britannica. https://www.britannica.com
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