Alquimia

Te explicamos qué es la alquimia, su historia, relación con la química y alquimistas famosos. Además, qué es la piedra filosofal.

alquimia
La alquimia desarrolló diversas escuelas en sus casi 4.000 años de historia.

¿Qué es la alquimia?

La alquimia es una antigua disciplina filosófica y forma de pensamiento especulativo, de tipo protocientífico. Fue practicada desde la Antigüedad hasta el siglo XVIII, cuando fue desplazada por el surgimiento de la química.

Su práctica fue común en territorios tan diversos como las antiguas Mesopotamia, Egipto, Persia, India, China, Grecia y Roma, pero sobre todo en el Imperio Islámico (632-750 d. C.) y en la Europa medieval. Abarcaba una vasta y compleja red de escuelas y vertientes a lo largo de casi 4000 años de historia.

La alquimia se encontraba íntimamente vinculada con la astrología, ya que el hombre antiguo buscaba una correlación entre los asuntos de la tierra y los del cielo, y aspiraba a aprender a manipularlos para su propio beneficio.

En ese sentido, entre los intereses de la alquimia figuraban los de las disciplinas modernas de la química, la metalurgia, la física, la medicina y la semiótica, pero también el misticismo y el arte. Era a la vez una disciplina protocientífica y una disciplina espiritual.

El nombre alquimia proviene del árabe al-khimiya, de donde surgió también la palabra “química”. Este término árabe probablemente provenga del vocablo griego khumeia (“verter juntos”, “soldar” o “alear”) o del persa kimia (“oro”), ya que era un objetivo común de la alquimia transformar elementos innobles en metales preciosos, como el oro.

Otra explicación sugiere como origen del término la voz egipcia kême, que se empleaba como el nombre de Egipto. De allí provenían los más antiguos textos alquímicos “sobre el arte de fabricar oro y plata”, en palabras del emperador romano Diocleciano (244-311), quien ordenó quemarlos en un decreto en el año 300.

La alquimia tuvo mala fama durante gran parte de su historia. En algunos lugares solía ser arte de engañadores y charlatanes, y en la Europa cristiana medieval era considerada fuente de saberes ocultos, brujería y cabalismo.

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Historia de la alquimia

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Científicos como Al-Biruni desarrollaron la alquimia en el mundo islámico.

La historia de la alquimia es larga y abarca tres continentes distintos: África, Asia y Europa. Se trata de una historia compleja y de muchos puntos de intersección e influencia, pero nada fácil de trazar, ya que los practicantes de estos saberes eran devotos del lenguaje críptico y simbólico, haciendo particularmente herméticos sus textos.

A grandes rasgos, pueden identificarse dos grandes tradiciones alquímicas: la oriental y la occidental.

La alquimia oriental tuvo su origen en China e India. La primera estaba estrechamente vinculada con el taoísmo, y posee en el cuerpo de textos de esta antigua religión su mayor conjunto bibliográfico. Tiene importantes coincidencias con la medicina tradicional china, la astrología china y el Feng Shui.

A diferencia de la variante occidental, centrada en los materiales, la alquimia china fue una especie de proto-farmacología. Es posible que la pólvora fuera uno de sus grandes descubrimientos, y la búsqueda del elixir de la inmortalidad su gran cometido.

En cuanto a la variante india de la alquimia, es una tradición mucho menos conocida, que se definía como “el arte de obtener el zumo o néctar” (Rasa) de las cosas, la Rasayâna. Con ello se buscaba sanar a los enfermos y rejuvenecer a los viejos.

Su objetivo era obtener el moksa: la perfección, liberación o inmortalidad. Por ello, se emparenta frecuentemente con la medicina ayurvédica y otras tradiciones metafísicas.

Por otra parte, la alquimia occidental nació en Egipto, a inicios del período helénico (c. 300 a. C.), en la ciudad griega de Alejandría, donde luego surgió la célebre biblioteca. Fue fruto de la herencia hermética egipcia (cuya figura central fue el Hermes Trimegisto, fusión del Thot egipcio y el Hermes griego).

La tradición hermética fue reinterpretada a la luz de las visiones griegas pitagórica, jonista y gnóstica, que proponían respectivamente la explicación del universo a partir de los números, la concentración de los fenómenos naturales y la adoración de un cosmos imperfecto.

A esta vertiente pertenece la teoría de los cuatro elementos, que veía en toda la materia existente una proporción variable de tierra, aire, agua y fuego. Esta tradición fue luego transmitida al Imperio Romano, en donde fue practicada hasta el surgimiento del cristianismo, que vio en gran parte de ella un conjunto de saberes paganos y heréticos.

Buena parte de los saberes alquímicos se practicaban en la Europa medieval, durante el oscurantismo. Sin embargo, tras la caída del Imperio Romano, fue el mundo islámico en donde florecieron estas artes, libres de la persecución religiosa cristiana.

De hecho, en el Imperio Islámico fue donde realmente floreció la alquimia medieval, añadiendo grandes aportes a la tradición que se sostenía en los textos traducidos del griego de Platón y Aristóteles: un contraste importante con occidente, donde muchos textos alquímicos se perdieron para siempre.

Posteriormente, la alquimia islámica fue la encargada de reintroducir sus saberes a Occidente, en donde sentó las bases para el posterior nacimiento de la química.

La piedra filosofal

Uno de los lugares comunes más célebres de la tradición alquímica es el de la Piedra filosofal. Se trataba de una sustancia legendaria cuyas propiedades únicas permitían transmutar los metales, esto es, convertir el plomo en oro o en plata.

Según otras tradiciones, también conducía a la inmortalidad o al elixir del rejuvenecimiento. Fue el tesoro más ambicionado de los alquimistas durante siglos, y a los intentos por dar con ella se les conocía como Opus magnum (“Grandes obras”).

En el lenguaje místico y hermético de la alquimia, en el que abundan símbolos, la piedra filosofal ocupa un lugar central como emblema de la perfección, la iluminación y la felicidad celestial. Según esta tradición, la piedra fue entregada por Dios al mismísimo Adán, y fue responsable de la longevidad de los patriarcas bíblicos.

Alquimistas famosos

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Alquimistas como Paracelso también se dedicaban a la astrología.

Algunos de los más célebres alquimistas de la historia fueron:

  • Zósimo de Panópolis (s. III – IV a. C.). Alquimista griego nacido en el Alto Egipto, autor de los textos alquímicos más antiguos que se conocen, perdidos irremediablemente en algún momento de la historia. Se sabe de su existencia gracias a traducciones al sirio o al árabe, o por citas en otros textos en su griego original.
  • Ge Hong (283 – c.364). Escolar chino de la temprana dinastía Jin, fue un alquimista y creador de los primeros auxilios en la medicina tradicional china. También fue un pensador taoísta y cultor de las artes marciales, llegando a ser una figura central en la cultura china de la época.
  • Yabir ibn Hayyan (721-815). Conocido en Occidente como Geber, fue un polímata y alquimista musulmán, considerado el remoto fundador de la química. Su identidad y la extensión de su obra son motivo de debate desde el siglo X hasta hoy en día. Se le atribuye erróneamente el descubrimiento de distintas sustancias químicas, ya que un alquimista posterior asumió su nombre como homenaje, siendo conocido hoy como el Pseudo-Gerber italiano o español.
  • Al-Razi (c. 865 – c. 925). Médico, filósofo y alquimista de origen persa, conocido como Rhazes o Rasis en Occidente. Fue autor de más de 184 textos sobre medicina, química y física, y se le atribuye el descubrimiento del ácido sulfúrico y del etanol, componentes clave en la química moderna.
  • Al-Biruni (973-1048). Pensador persa, dedicado a la alquimia y a las matemáticas, física, filosofía, farmacéutica, y también la historia. Fue uno de los mayores pensadores del mundo islámico, autor de más de 150 textos sobre temas variados, de los cuales sobrevive apenas una quinta parte, por desgracia.
  • Nicolás Flamel (c. 1330 – 1418). Considerado tradicionalmente como el alquimista francés por excelencia, fue un burgués muy adinerado y célebre de quien se dijo que había obtenido sus riquezas mediante la práctica de la “filosofía hermética”, o sea, la alquimia. Sin embargo, esta creencia fue mucho después desmentida, a pesar de que en siglos posteriores se le atribuyeron diversas obras protocientíficas. Flamel realmente se dedicó a la escribanía pública y a ser copista.
  • Paracelso (1493 – 1541). Alquimista, médico y astrólogo suizo, conocido también como Teofrasto Paracelso o como Theophrastus Bombast von Hohenheim. Se le atribuyó en su momento haber transmutado el plomo en oro, pero sus mayores aportes en realidad están en el área de la farmacología y toxicología, disciplina esta última de la cual se le considera padre fundador. También le dio su nombre al zinc (zincum).

Alquimia y química

Es llamativo que al-kîmiya en árabe moderno se traduce “la química”, evidenciando el estrecho nexo entre esta disciplina científica y la tradición alquímica. Esta última buscaba comprender la dinámica de los materiales para transformar (“transmutar”) unos en otros y obtener no sólo tesoros, sino también remedios y pócimas.

De hecho, en el siglo XVII la alquimia era considerada una ciencia más o menos seria. Pensadores de la talla de Isaac Newton dedicaron enormes porciones de su tiempo a su estudio, así como otros de los primeros científicos occidentales.

Podría decirse que la química nació de los apéndices de la alquimia tradicional, gracias a su reinterpretación a manos del racionalismo. Así, se lograron resultados mucho más exitosos mediante la aplicación del método científico, que insistiendo en la antigua tradición hermética.

Con el nacimiento de la química, la alquimia fue relegada a un rincón de la historia de la ciencia, o de la historia del pensamiento. Sin embargo, pasó todavía más de un siglo antes de que la separación formal de ambos nombres tuviera lugar, pues hasta entonces fueron prácticamente sinónimos.

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Equipo editorial, Etecé (26 de septiembre de 2020). Alquimia. Enciclopedia Concepto. Recuperado el 18 de noviembre de 2024 de https://concepto.de/alquimia/.

Sobre el autor

Última edición: 26 de septiembre de 2020

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