Imperio romano

Te explicamos qué fue el Imperio romano, su ubicación, etapas y otras características. Además, los emperadores romanos.

El Imperio romano sentó las bases de varios aspectos del mundo actual.

¿Qué fue el Imperio romano?

El Imperio romano (Imperium romanum en latín, que se traduce como “dominio romano”) fue el período de máxima expansión del Estado romano en la Antigüedad Clásica. Fue un régimen político autocrático que existió entre los años 27 a. C. y 476 d. C. y dominó sobre la totalidad del Mediterráneo e incluso en algunas regiones más allá.

El Imperio romano fue una de las entidades políticas más importantes de la antigüedad, especialmente en Occidente. Junto con el período anterior, conocido como la República romana, sentó las bases de muchos aspectos del mundo occidental contemporáneo y dejó un legado significativo en materia política, judicial, cultural y social.

La mayor expansión del Imperio romano se alcanzó en 117 d. C. En los siglos III y IV experimentó una división política y territorial, primero durante el reinado de Diocleciano (284-305) y luego tras la muerte de Teodosio I (379-395), cuando se consolidó la división entre el Imperio romano de Occidente y el Imperio romano de Oriente, este último conocido posteriormente como el Imperio bizantino.

El Imperio romano de Occidente cayó en 476, por el debilitamiento económico y la presión de los llamados pueblos bárbaros, mientras que el Imperio romano de Oriente perduró hasta 1453.

En general, la vida en el Imperio romano fue cosmopolita. La cultura romana estuvo fuertemente influenciada por la cultura griega (de la que heredó en gran parte la filosofía y la mitología) y adoptó también aspectos culturales de otros territorios conquistados. Sin embargo, los romanos también impusieron su lengua (el latín) y algunas costumbres (como la vida urbana) y otorgaron la ciudadanía romana en sus provincias, proceso conocido como “romanización”.

El Imperio romano fue el escenario de la aparición y masificación del cristianismo, culto que se convirtió en la religión oficial del imperio en el siglo IV. Fue tanta la importancia del Imperio romano que tras su caída hubo algunos intentos por refundarlo, como el Imperio carolingio (de Carlomagno) y el Sacro Imperio Romano Germánico.

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Inicios del Imperio romano

Augusto convirtió a Roma en un imperio tras vencer en una guerra civil.

Cuando Roma aún era República, el cónsul Julio César (100-44 a. C.) fue asesinado por un grupo de conspiradores que lo veían como un tirano en ciernes. Tras su muerte se desató una guerra civil por el control político de la República.

La victoria fue para el bando de Octavio (63 a. C.-14 d. C.), Marco Antonio y Marco Emilio Lépido, quienes instauraron una especie de dictadura conocida como el Segundo Triunvirato. Posteriormente, Octavio (sobrino nieto de Julio César) se enfrentó a los otros dos triunviros. Logró exiliar a Lépido y venció a Marco Antonio en la batalla naval de Accio en 31 a. C.

Entonces Octavio se presentó como defensor de la República y devolvió al Senado algunos de sus poderes con la intención de legitimar su posición política. Consiguió que el Senado lo nombrara Augusto, un nuevo título que significaba “venerable” y que lo identificaba como un emperador. De este modo, concentró personalmente el poder político. Así terminó la vida republicana de Roma y comenzó formalmente el Imperio romano en el 27 a. C.

Fue tal la importancia del primer emperador romano que sus sucesores usaron los nombres de César (que Octavio había adoptado tras la muerte de su tío abuelo Julio César) y Augusto como nombres reales.

El sexto mes del calendario juliano que se usaba en ese entonces, llamado sextillis, fue renombrado como augustus, de donde llegó al calendario gregoriano como el octavo mes (agosto).

Ubicación del Imperio romano

El Imperio romano llegó a tener una extensión aproximada de cinco millones de kilómetros cuadrados.

El Imperio romano tenía su centro en Italia y, más específicamente, en la ciudad de Roma, que era su capital. Sus conquistas en otros territorios comenzaron en los tiempos de la República y se ampliaron durante los años del imperio.

Los principales intereses políticos y económicos de Roma estuvieron siempre orientados al mar Mediterráneo, que conectaba a Europa con el norte de África y con el Medio Oriente. Con el objetivo de controlar la cuenca del Mediterráneo y algunas regiones más allá, el imperio se expandió hasta alcanzar una extensión de aproximadamente cinco millones de kilómetros cuadrados.

Si bien la extensión del Imperio romano cambió mucho a lo largo del tiempo, en su momento de esplendor abarcó:

  • Casi toda Europa occidental
  • Los Balcanes
  • Las costas del mar Negro
  • Casi toda la actual Turquía, Siria y Chipre
  • El Levante meridional (actuales Jordania, Palestina, Israel y Líbano)
  • El norte de África (desde Egipto hasta Marruecos)

Semejante territorio era difícil de recorrer y administrar y requirió ser dividido en provincias, que en los años de mayor extensión del imperio fueron 46 (117 d. C.) pero a través de subdivisiones terminaron siendo 96 (285 d. C.). Muchos de los nombres de dichas provincias engendraron los nombres actuales de países y regiones, como Britania, Germania, Hispania o Iudaea. También se construyó una gran red de caminos para facilitar la comunicación y el transporte.

Características del Imperio romano

El Imperio romano fue tan extenso que sus ruinas aún perviven en lugares como Jordania.

El Imperio romano tuvo las siguientes características:

  • Surgió en el 27 a. C., cuando Augusto se erigió como primer emperador de Roma y dio por finalizada la época de la República romana, y duró según algunos historiadores hasta la caída del Imperio romano de Occidente en 476, y según otros hasta la caída del Imperio romano de Oriente en 1453.
  • Su extensión fue muy grande, pues abarcó buena parte de Europa, el norte de África y Asia occidental, lo que implicó un completo control del mar Mediterráneo. Su territorio se dividió en provincias, cada una administrada por un alto funcionario imperial.
  • Gran parte de la cultura romana fue influida por la cultura griega, a punto tal que compartían principios filosóficos, valores y gran parte de una misma religión politeísta. Por ejemplo, los dioses y héroes griegos fueron renombrados por los romanos en su propia mitología: Zeus como Júpiter, Afrodita como Venus, Hermes como Mercurio, Hera como Juno, Hefesto como Vulcano, Poseidón como Neptuno, Odiseo como Ulises, Heracles como Hércules, entre otros.
  • Presenció el nacimiento del cristianismo, una religión surgida del judaísmo que se expandió desde Judea. Fue tal la influencia de este nuevo culto en la población del imperio que, a partir del siglo IV, pasó a ser la religión oficial del Imperio romano y se difundió por Europa.
  • La capital fue la mayor parte del tiempo Roma, pero en distintos momentos se trasladó a Milán, Rávena, Nicomedia y Constantinopla.
  • Poseía un poderoso ejército, organizado en legiones (hasta 30 en sus mejores momentos), cada una compuesta por 10 cohortes, dotadas de un estandarte cada una, divididas a su vez en cinco o seis centurias de ochenta soldados cada una. Cada centuria podía subdividirse en diez contubernios, que era la unidad mínima de 8 legionarios que compartían su tienda de campaña. Cada legión contaba con entre cinco mil y seis mil soldados de infantería.
  • Era un extenso imperio colonial, en Roma existía una pluralidad de productos provenientes de distintas regiones, se hablaban múltiples lenguas y existía una amplia red de comercio gracias al sistema de vías que permitía la conexión de las distintas provincias romanas. Además, se acuñaron monedas que facilitaron las relaciones económicas dentro del imperio, como el denario, el sestercio y el sólido.

Etapas del Imperio romano

La historia del Imperio romano se suele dividir en dos etapas o períodos:

El Alto Imperio (27 a. C. hasta 284 d. C.)

El Alto Imperio fue la etapa de auge del Imperio romano, en la que tuvo lugar su expansión territorial y la mayoría de sus conquistas militares, de la mano de cuatro dinastías gobernantes: la dinastía Julio-Claudia, la dinastía Flavia, la dinastía Antonina y la dinastía Severa.

Comenzó con la pax romana de Augusto y terminó con la llamada crisis del siglo III que llevó al ascenso de Diocleciano.

El Bajo Imperio (284 d. C. hasta 476 d. C.)

El Bajo Imperio fue la etapa de decadencia política y económica del imperio que comenzó tras la crisis de gobernabilidad que generó el asesinato del emperador Alejandro Severo en 235, seguido del asesinato de varios emperadores hasta el año 285.

Tras la llegada al poder de Diocleciano, apareció por primera vez la idea de administrar separadamente las mitades occidental y oriental del imperio, que se consolidó tras la muerte de Teodosio I (395), quien entregó cada mitad a uno de sus hijos. Sin embargo, ninguna reestructuración logró devolver el esplendor y la paz al imperio.

Arquitectura romana

El Imperio romano realizó grandes obras de ingeniería como los acueductos.

Uno de los grandes legados de la cultura romana fue su arquitectura, que imitó estilos de la cultura griega clásica pero les añadió elementos propios y originales. La arquitectura romana comenzó a destacarse durante la República pero tuvo su momento de esplendor durante el imperio.

En esta época se llevaron a cabo grandes obras de ingeniería, como los célebres acueductos, arcos triunfales y coliseos romanos que aún perduran, los baños públicos, la calefacción por suelo radiante o los grandes templos religiosos que más tarde heredó el cristianismo.

La mayor parte de las ruinas romanas actuales data del Alto Imperio. Este estilo peculiar de los romanos fue el estándar en Occidente hasta el siglo IV, cuando surgió la arquitectura bizantina, y luego reapareció como una de las influencias de la arquitectura románica en Europa occidental en el siglo X.

Economía romana

Los romanos desarrollaron la agricultura, la ganadería y el comercio.

La economía del Imperio romano era de tipo esclavista, pues destinaba mano de obra esclava a la producción agrícola y otras tareas, sin más remuneración que la necesaria para su manutención.

Los esclavos eran considerados propiedad de sus amos y podían ser vendidos, comprados o liberados. También existían los trabajadores libres y los colonos (estos últimos podían cultivar un terreno a cambio de un pago al propietario de la tierra).

La vida social y el comercio estaban centrados en las grandes ciudades, interconectadas mediante una amplia red de caminos, que también permitía el movimiento de tropas. Las provincias del imperio estaban obligadas a pagar tributo.

Los romanos desarrollaron la agricultura y la ganadería con la introducción de nuevas técnicas y la producción de muy diversos cultivos, dado que la extensión del imperio permitía la explotación de distintos tipos de suelos, climas y recursos. Los cultivos más importantes fueron la vid, el trigo, la cebada y los olivos (de los que obtenían aceite que era transportado en ánforas), así como otros árboles frutales, cereales, hortalizas y legumbres.

Derecho romano

Otro de los legados del Imperio romano a Occidente fue su sistema jurídico y de legislación, en el que se inspiran muchos de los códigos actuales de justicia. El llamado “derecho romano” (Ius romanum) constituyó la base del derecho moderno y aún sobrevive en forma de principios y sentencias fundamentales, presentados a menudo en la lengua romana, el latín.

El derecho romano era complejo, práctico y de calidad técnica. Si bien era más antiguo, fue compilado por primera vez por Justiniano I, emperador del Imperio romano de Oriente, en el siglo VI en una recopilación llamada Corpus iuris civilis.

En líneas generales establecía una división entre el derecho privado y el derecho público, según si el asunto tenía que ver con la relación entre particulares o con la relación entre el Estado y los ciudadanos. Además, contemplaba ramas específicas como el derecho penal, el derecho tributario y el derecho administrativo.

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Caída del Imperio romano

La caída del Imperio romano de Occidente se produjo en el año 476, cuando un general de la tribu germánica de los hérulos, Odoacro, destituyó a Rómulo Augústulo, el último emperador romano de Occidente.

Ello se produjo en el marco de una serie de migraciones e invasiones de poblaciones bárbaras, como llamaban los romanos a los pueblos que no habían asimilado la cultura y la lengua romanas, en este caso las tribus germánicas del norte, centro y este de Europa.

Los bárbaros, empujados por las invasiones de los hunos, debieron internarse masivamente en territorio romano y lo hallaron pobremente defendido y en estado de desorden. Estos pueblos se fueron asentando en cada una de las provincias romanas y allí fundaron nuevos reinos independientes. La caída del Imperio romano de Occidente puso fin a la Edad Antigua e inauguró la Edad Media.

El Imperio romano de Oriente sobrevivió a estos eventos, y a lo largo de casi mil años continuó defendiendo su estatus de Imperio romano (si bien los historiadores lo llamaron Imperio bizantino) y conservando su herencia griega y el cristianismo ortodoxo.

Desde 395 hasta 1453 su territorio cambió enormemente, con una expansión hacia occidente que luego lo llevó a perder paulatinamente territorio, hasta que su capital, Bizancio (llamada en ese entonces Constantinopla), cayó ante el Imperio otomano en 1453.

Las autoridades otomanas fundaron en su lugar Estambul y pusieron fin al Imperio bizantino, último vestigio del Imperio romano.

Lista de emperadores romanos

El Imperio romano tuvo distintas dinastías de emperadores, de las que cuatro fueron las más reconocidas:

Dinastía Julio-Claudia. Estaba compuesta por los descendientes de Julio César y de Augusto, contó con emperadores que consolidaron el poder imperial y realizaron innumerables obras públicas, aunque algunos de ellos fueron retratados como despóticos y excéntricos:

  • Augusto, del 27 a. C. al 14 d. C
  • Tiberio, del 14 al 37
  • Calígula, del 37 al 41
  • Claudio, del 41 al 54
  • Nerón, del 54 al 68

Dinastía Flavia. Fue inaugurada por Vespasiano luego de un breve conflicto civil, se caracterizó por su eficiente administración, por sus obras públicas y por otorgar la ciudadanía romana a muchos habitantes de las ciudades de las provincias del imperio:

  • Vespasiano, del 69 al 79
  • Tito, del 79 al 81
  • Domiciano, del 81 al 96

Dinastía Antonina. Estuvo conformada por seis emperadores, los primeros cinco conocidos como “los cinco emperadores buenos”, pues se destacaron por su correcta administración política y social y porque durante su reinado el imperio alcanzó su máxima extensión territorial:

  • Nerva, del 96 al 98
  • Trajano, del 98 al 117
  • Adriano, del 117 al 138
  • Antonino Pío, del 138 al 161
  • Marco Aurelio, del 161 al 180
  • Cómodo, del 180 al 192

Dinastía Severa. Fue la última dinastía antes de la crisis del siglo III, y tuvo gobiernos con una fuerte influencia de las mujeres de la familia, como Julia Domna, Julia Mesa, Julia Soemias y Julia Mamea. Además promulgó el edicto de Caracalla que concedió la ciudadanía romana a todos los hombres libres del imperio:

  • Septimio Severo, del 193 al 211
  • Caracalla, del 211 al 217
  • Geta (con Caracalla), del 211 al 212
  • Macrino, del 217 al 218
  • Heliogábalo, del 218 al 222
  • Alejandro Severo, del 222 al 235

Luego de estas cuatro dinastías se sucedieron otros emperadores que suelen ser agrupados en distintas etapas:

Emperadores de la crisis del siglo III. Fueron aquellos que se sucedieron unos a otros tras el asesinato de Alejandro Severo. Muchos de estos emperadores fueron también asesinados. Varios tuvieron que lidiar con usurpadores al trono. La primera fase suele conocerse como la anarquía militar:

  • Maximino el Tracio, del 235 al 238
  • Gordiano I y Gordiano II, durante el 238
  • Pupieno y Balbino, durante el 238
  • Gordiano III, del 238 al 244
  • Filipo el Árabe, del 244 al 249
  • Decio, del 249 al 251
  • Herenio Etrusco (junto con Decio), durante el 251
  • Treboniano Galo, del 251 al 253
  • Hostiliano (junto con Treboniano Galo), durante el 251
  • Volusiano (junto con Treboniano Galo), del 251 al 253
  • Emiliano, durante el 253
  • Valeriano, del 253 al 260
  • Galieno, del 260 al 268

Los emperadores ilirios. En su mayoría provenientes de Iliria, una provincia balcánica tardíamente romanizada y cuyos soldados tenían buena reputación, estos emperadores gobernaron durante la segunda fase de la crisis del siglo III:

  • Claudio II, del 268 al 270
  • Quintilo, durante el 270
  • Aureliano, del 270 al 275
  • Tácito, del 275 al 276
  • Floriano, durante el 276
  • Probo, del 276 al 282
  • Caro, del 282 al 283
  • Carino y Numeriano, del 283 al 284

El Bajo Imperio romano. Con el ascenso en 284 de Diocleciano, se aplicaron nuevos modelos de administración en el imperio y el poder quedó en mano de dos y a veces cuatro emperadores simultáneos (la Tetrarquía):

  • Diocleciano (en Oriente), del 284 al 305
  • Maximiano (en Occidente), del 286 al 305
  • Constancio I (en Occidente), del 305 al 306
  • Severo II (en Occidente), del 306 al 311
  • Galerio (en Oriente), del 306 al 311
  • Licino (en Oriente), del 308 al 324
  • Maximino Daya (en Oriente), del 310 al 313
  • Constantino I el Grande, del 306 al 307 y del 312 al 324 (en Occidente) y del 324 al 337 (en todo el imperio)
  • Valerio Valente (en Occidente), del 316 al 317
  • Martiniano (en Occidente), durante el 324
  • Constantino II (en Occidente), del 337 al 340
  • Constancio II, del 337 al 353 (en Oriente) y del 353 al 361 (en todo el imperio)
  • Constante (en Occidente), del 340 al 350
  • Magnencio (en Occidente), del 350 al 353
  • Juliano el Apóstata, del 361 al 363
  • Joviano, del 363 al 364

Dinastía Valentiniana. En 364, ascendió al trono Valentiniano, quien decidió dividirse el imperio con su hermano Valente:

  • Valentiniano I (en Occidente), del 364 al 375
  • Valente (en Oriente), del 364 al 378
  • Graciano (en Occidente), del 375 al 383

Dinastía Teodosiana. Tras la muerte de Valente en una batalla contra los godos en Adrianópolis, un militar llamado Teodosio fue proclamado emperador de Oriente y bajo su autoridad se unificó poco después el imperio, hasta que a su muerte se consolidó la separación:

  • Teodosio I, del 379 al 394 (en Oriente) y del 394 al 395 (en todo el imperio)
  • Arcadio (en Oriente), del 395 al 408
  • Honorio (en Occidente), del 395 al 423

Últimos emperadores de Occidente. Los últimos césares vivieron tiempos turbulentos, asediados por los pueblos bárbaros:

  • Juan, del 423 al 425
  • Valentiniano III, del 425 al 455
  • Petronio Máximo, durante 455
  • Avito, del 455 al 456
  • Mayoriano, del 457 al 461
  • Libio Severo, del 461 al 465
  • Antemio, del 467 al 472
  • Olibrio, durante el 472
  • Glicerio, del 473 al 474
  • Julio Nepote, del 474 al 475
  • Rómulo Augústulo, del 475 al 476

Legado del Imperio romano

La Antigua Roma, tanto en su etapa republicana como en su etapa imperial, dejó un legado muy importante en Occidente, sobre todo en los ámbitos de la política, el derecho, la arquitectura, la ingeniería y la guerra. Si bien Roma recibió a su vez influencias de otras civilizaciones, como la Antigua Grecia, dejó su propia marca en la tradición social e intelectual de Europa y de otras partes del mundo.

  • El derecho romano, conformado por un conjunto de leyes que fueron compiladas en el siglo VI por el emperador bizantino Justiniano, influyó en el sistema jurídico moderno y contemporáneo, especialmente en aspectos como la división entre el derecho privado y el derecho público.
  • Las obras de ingeniería romanas, como las carreteras, los acueductos, los baños públicos, el alcantarillado y la calefacción por suelo radiante, constituyeron una parte fundamental del legado del Imperio romano para la planificación urbana.
  • El estilo arquitectónico romano, influenciado por la cultura griega, adoptó características propias y tuvo un gran impacto en la sociedad europea de los siglos siguientes, como demuestra la recuperación de aspectos estéticos romanos en el Renacimiento y en el estilo neoclásico de la época contemporánea.
  • El calendario juliano, introducido por Julio César en el 46 a. C., fue usado en la mayor parte de Europa hasta que comenzó a ser sustituido por el calendario gregoriano en el siglo XVI d. C. Consistía en un año de 365 días con uno bisiesto cada cuatro años, pero tenía un desfasaje que fue corregido por el calendario gregoriano. Aun así, los nombres dados a los doce meses en la Antigua Roma perduran en la actualidad, incluidos los que conmemoran a Julio César (julio) y a Augusto (agosto).
  • Los motivos mitológicos de la Antigua Roma y algunas obras literarias, como la Eneida de Virgilio, influyeron a lo largo de los siglos en los artistas e intelectuales occidentales, y algunos pensadores e historiadores clásicos como Cicerón, Tito Livio, Tácito y el emperador Marco Aurelio son parte aún hoy de la formación filosófica de muchos teóricos de la política.
  • El latín, que era la lengua oficial del Imperio romano, siguió siendo utilizado tras su caída, aunque cada vez más restringido al ámbito erudito y a la liturgia de la Iglesia católica. Sin embargo, del latín vulgar surgieron las lenguas romances habladas en Europa, que en algunos casos se expandieron también a América, como el español, el portugués o el francés.
  • El ejército romano, que fue un cuerpo disciplinado y eficiente, sirvió como modelo de profesionalización para generales y teóricos de la guerra de épocas posteriores. Algunos de sus legados fueron el riguroso entrenamiento militar, la eficaz coordinación de sus unidades, las habilidades logísticas y de ingeniería aplicadas a la movilidad y el asedio, y la construcción de hospitales militares para atender a los heridos y reducir las bajas.

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Referencias

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Gayubas, Augusto (24 de octubre de 2024). Imperio romano. Enciclopedia Concepto. Recuperado el 18 de noviembre de 2024 de https://concepto.de/imperio-romano/.

Sobre el autor

Última edición: 24 de octubre de 2024
Revisado por Augusto Gayubas
Doctor en Historia (Universidad de Buenos Aires)

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