Imperio

Te explicamos qué es un imperio y cuáles son sus principales características. Además, cómo fueron algunos de los imperios más importantes de la historia.

Imperio
El Imperio romano fue uno de los Estados más grandes de la Edad Antigua.

¿Qué es un imperio?

Un imperio es una unidad política estatal que ejerce control sobre un extenso territorio y diversas poblaciones a las que somete a través del uso de la fuerza. En algunos casos, los territorios se incorporan al imperio en calidad de colonias, que son administradas de manera diferenciada.

Una de las principales características de un imperio es la imposición de tributos, de una estructura política y de su cultura sobre las poblaciones sometidas. Sin embargo, en diversos momentos existieron imperios que otorgaron gran libertad a las poblaciones conquistadas y buscaron su crecimiento económico y social.

A lo largo de la historia, hubo numerosos imperios que se convirtieron en grandes potencias e influyeron en la política, la economía y la cultura de su tiempo. Las formas de gobierno y las características de la dominación imperial se fueron transformando con el tiempo.

Entre los imperios más destacados de la historia, se encuentran:

  • Edad Antigua. Imperios romano, chino, Maurya y persa.
  • Edad Media. Imperios bizantino, carolingio, árabe y mongol.
  • Edad Moderna. Imperios otomano, español y portugués.
  • Edad Contemporánea. Imperios británico, ruso, austrohúngaro, alemán y japonés.

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Características de los imperios

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Mehmed II fue uno de los sultanes más importantes del Imperio otomano.

Los diferentes imperios que se formaron a lo largo de la historia tuvieron características definidas por su propio contexto histórico, las formas políticas de la época y los rasgos culturales de su civilización. Sin embargo, pueden identificarse algunas cuestiones elementales que caracterizan a todos los imperios:

  • Concentración del poder. Todos los imperios tuvieron una organización centralizada del poder. Esto podía implicar la existencia de un emperador con autoridad absoluta que gobernaba sobre todo el imperio o, en otros casos, una división del poder en la que la autoridad central compartía sus funciones con un parlamento o un órgano legislativo. En todos los casos, el poder se encuentra en manos del Estado imperial y las poblaciones conquistadas quedan sujetas a su mandato.
  • Sometimiento de poblaciones a través de la fuerza. Los imperios extendieron sus territorios a través de la conquista militar y el uso de la fuerza. En la mayoría de los casos, la anexión de un territorio colonial fue consecuencia de la guerra entre el imperio central y la población que, al ser derrotada, fue sometida.
  • Cobro de tributos. El objetivo de expandir los territorios de un imperio siempre estuvo vinculado con aprovechar los recursos de los territorios conquistados e imponer el pago de tributos a la población sometida. El cobro de impuestos varió en los diferentes casos: podían entregarse en dinero, en trabajo o en especie (materias primas, productos agrícolas o mercancías).
  • Estructura política y administrativa. Los imperios requerían de una gran organización política y administrativa para poder ejercer el gobierno de grandes extensiones de territorio. Las estructuras políticas de los Estados imperiales solían incluir diferentes tipos de funcionarios con distintos niveles de poder. Por lo general, en los territorios más valorados por el imperio, se ubicaban gobernadores o administradores imperiales de confianza. Lo mismo sucedía en aquellas regiones que tendían a la rebelión o buscaban tener mayor autonomía.

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El Imperio romano

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El Imperio romano llegó a ocupar gran parte de Europa, el norte de África y Asia Occidental.

El Imperio romano fue uno de los más grandes e importantes de la Edad Antigua. La civilización romana surgió en la península itálica hacia el siglo VIII a. C. A través de la conquista de los pueblos vecinos, los romanos extendieron su territorio en los siglos siguientes, pero mantuvieron una organización política republicana dominada por la clase aristocrática que componía el Senado.

En el siglo I a. C., los romanos comenzaron a tener una organización imperial. El cónsul Octavio logró que el Senado le otorgara diferentes poderes y concentró en su persona la autoridad máxima de todas las funciones de gobierno.

El Imperio romano es considerado uno de los mayores y más importantes imperios de la historia de Occidente y del mundo. Fue responsable de la expansión del latín y de la fundación de muchas de las grandes ciudades europeas, como Londres, Milán, Viena o Lyon.

A lo largo de los siglos, las políticas del imperio sobre los territorios conquistados fueron cambiando, pero, en términos generales, se mantuvo una política abierta respecto a las poblaciones sometidas. En muchos casos, la imposición consistía en el pago de tributos. Para mantener el gobierno de un territorio tan extenso, con muchas tierras lejanas a la capital, los romanos organizaron el imperio en provincias, y sus gobernadores eran enviados desde Roma.

Por otro lado, el imperio se constituyó como un Estado multicultural que daba gran libertad a las poblaciones sometidas. Cuando conquistaban un pueblo, a la sociedad se le otorgaba la ciudadanía y se le permitía mantener sus celebraciones locales y diferentes rasgos culturales.

Asimismo, bajo el Imperio romano apareció y se popularizó el cristianismo. En algunos momentos de su historia, las comunidades cristianas sufrieron la persecución imperial porque tuvieron problemas con diferentes autoridades. Sin embargo, a comienzos del siglo IV d. C., los cristianos dejaron de ser perseguidos y, hacia el final del siglo, el cristianismo se convirtió en la religión oficial del imperio.

En el año 395 d. C., debido a la dificultad de mantener el gobierno en una extensión territorial tan grande, el imperio se dividió en dos:

  • El Imperio romano de Occidente, con capital en Roma. En el siglo V, atravesó una grave crisis política, económica y social por las continuas invasiones de tribus germánicas. En el año 476 d. C., el rey Odoacro derrocó al último emperador de Roma.
  • El Imperio romano de Oriente, con capital en Constantinopla. Sobrevivió a la caída del imperio occidental. Durante la Edad Media, fue uno de los poderes más fuertes de Oriente y desarrolló una cultura propia. También es conocido como Imperio bizantino (desde que su capital Constantinopla pasó a llamarse Bizancio). Finalmente, fue derrotado y conquistado por el Imperio otomano en 1453.

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El Imperio carolingio

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Carlomagno se hizo coronar emperador por el papa cristiano de Roma.

El Imperio carolingio fue un reino franco-lombardo que existió entre los siglos VIII y IX d. C. Intentó consagrarse como el heredero del Imperio romano de Occidente y buscó restaurar la grandeza de aquel Estado. Su principal gobernante fue Carlomagno, quien fue coronado emperador en el año 800 d. C. por el papa León III.

El emperador había logrado imponerse sobre los diferentes reyes o señores locales, por lo cual el Imperio carolingio llegó a controlar gran parte de Europa: las actuales naciones de Francia, Alemania, Austria, Suiza, Bélgica, Holanda y el norte de Italia. Sin embargo, con la muerte de Carlomagno, diferentes nobles se rebelaron y se enfrentaron al gobierno de Ludovico Pío o “el Piadoso” (778-840), hijo de Carlomagno.

Finalmente, debido a las luchas internas por el poder, el Imperio carolingio se terminó desintegrando. En el año 843, se firmó el Tratado de Verdún y se dividió el territorio en tres reinos: Francia Occidental, Francia Media y Francia Oriental.

El Sacro Imperio Romano Germánico

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Durante la Edad Media, el papa y el emperador disputaban el alcance de su poder.

En el año 962 d. C, un siglo después de la desaparición del Imperio carolingio, en Francia Oriental el rey Otón I se hizo coronar como emperador y fundó el Imperio Romano Germánico. Este Estado también es conocido como Primer Reich o Imperio Antiguo y fue un antecedente de los imperios alemanes posteriores.

El rey Otón I pretendía recuperar la tradición del Imperio carolingio y del antiguo Imperio romano a la vez, y por eso llamó a su gobierno Imperio Romano Germánico. En el siglo XII d. C., comenzó a incluirse el adjetivo sacro (“sagrado”) en el nombre. El emperador Federico Barbarroja definió esta inclusión de manera oficial con el objetivo de consolidar la idea de que tenía derecho divino a gobernar.

A lo largo de su historia, las fronteras del imperio fueron cambiando. En el siglo XIII alcanzó su mayor extensión y fue la unidad política más grande de Europa. Estaba compuesto por reinos, principados, ducados y ciudades libres. El emperador era la autoridad máxima de todos ellos y era coronado por el papa cristiano. Sin embargo, el poder efectivo del emperador se encontraba limitado por los reyes, príncipes y duques que controlaban sus propios territorios.

Entre las familias más importantes que gobernaron el Sacro Imperio Romano Germánico, se encuentran los otónidas, la dinastía de los Hohenstaufen y la de los Habsburgo.

El Sacro Imperio Romano Germánico fue escenario de varios sucesos de importancia en la historia europea, entre ellos, la querella de las investiduras (siglo XII), la Reforma Luterana (siglo XVI) y la guerra de los Treinta Años (siglo XVII).

A comienzos del siglo XIX, se enfrentó a Francia en las guerras napoleónicas y fue derrotado. El emperador Francisco II definió la disolución de su imperio en 1806 para impedir que Napoleón Bonaparte se apoderara del título de emperador del Sacro Imperio Romano Germánico.

El Imperio bizantino

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El Imperio bizantino terminó cuando el Imperio otomano conquistó Constantinopla.

Se conoce como Imperio bizantino al Imperio romano de Oriente que se creó en el año 395 d. C., con la división del Imperio romano. En 476 d. C., el Imperio romano de Occidente cayó ante las invasiones de las tribus germánicas, pero el Imperio romano de Oriente mantuvo su unidad política hasta el año 1453 d. C., momento en que fue derrotado por el Imperio otomano.

El Imperio bizantino se consideraba el heredero del Imperio romano y sus habitantes se llamaban a sí mismos romanos, más allá de que Roma se encontraba bajo el poder de pueblos de origen germánico. Los nombres bizantino e Imperio romano de Oriente son términos utilizados por los historiadores para diferenciar esta entidad política de la que tuvo su capital en Roma durante la Edad Antigua.

Este imperio fue una de las entidades políticas más importantes de la Edad Media. Ocupaba los territorios que hoy corresponden a Turquía y Grecia, y en su momento de mayor extensión llegó a incluir el litoral oriental del mar Mediterráneo y Egipto.

La civilización bizantina se caracterizó por tener tres influencias fundamentales: la cultura griega, las culturas de Oriente y el cristianismo. En este sentido:

  • Se reemplazó el uso del latín por el griego como lengua principal.
  • El emperador tomó rasgos característicos de las civilizaciones orientales con las que compartía su frontera y consolidó su poder como una figura sagrada.
  • El poder imperial se convirtió en una autocracia: el emperador intervenía en todos los asuntos y tenía autoridad máxima en cuestiones de administración, ejército, legislación, religión y justicia.
  • Se rechazó el poder creciente del papa de Roma y se creó la Iglesia ortodoxa, cuya principal autoridad era el Patriarca de Constantinopla.

El Imperio bizantino tuvo 77 emperadores y tres emperatrices. Los emperadores más reconocidos fueron Justiniano I (527-565 d. C.), Heraclio (610-641 d. C.), León III (717-741 d. C.) y Basilio I (867-886 d. C.).

Durante los siglos XIV y XV, el imperio atravesó diferentes momentos de crisis. Las autoridades de los gobiernos locales comenzaron a tener cada vez más poder y más tierras. Esto afectaba el poder del gobierno central, al que le costaba controlar la lealtad de los funcionarios locales. A su vez, los campesinos se fueron empobreciendo y no podían pagar los tributos con los que se sustentaba la administración imperial. En consecuencia, el emperador no pudo continuar sosteniendo el pago de su ejército.

La debilidad imperial generó diferentes luchas por el poder y guerras civiles. Durante el siglo XV, el Imperio otomano fue conquistando partes del territorio bizantino hasta que lo derrotó definitivamente en 1453 d. C. y tomó la capital imperial de Constantinopla.

El Imperio otomano

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El Imperio otomano fue fundado por el sultán Osmán I.

El Imperio otomano fue un poderoso Estado multiétnico que existió entre 1299 y 1922 d. C. A finales del siglo XIII, el sultán turco Osmán I expandió sus territorios conquistando a los pueblos vecinos y fundó la dinastía osmanlí, que gobernó hasta el final del imperio.

En su momento de mayor extensión, el Imperio otomano llegó a ocupar gran parte del sureste de Europa, el norte de África y Asia Occidental. Durante siglos, actuó como intermediario entre el occidente europeo y el oriente asiático.

La civilización otomana tuvo influencias de diferentes culturas. Por un lado, el Imperio otomano era un Estado multiétnico y multireligioso. Sin embargo, durante los siglos de expansión el islam se convirtió en la principal fe religiosa. Por otro lado, al conquistar al Imperio bizantino, la cultura otomana heredó algunos rasgos de su estructura política, económica y social.

El máximo gobernante del imperio era el sultán y era el único título hereditario. El resto de los gobernantes y funcionarios de gobierno eran designados por cada sultán. La estructura imperial fue cambiando a lo largo de su historia, pero de manera general estaba dividida en diferentes provincias gobernadas por un berlebey (gobernador), elegido por el sultán.

Entre los siglos XVI y XVII, se dieron situaciones en las que el heredero legítimo no pudo gobernar porque se lo consideraba inepto o era demasiado pequeño. En ese contexto, las madres legales de los sultanes (llamadas Valide Sultan) actuaron como gobernantes de facto. Dicho período es conocido como el “Sultanato de las mujeres”.

Durante los siglos XVII y XVIII, el Imperio otomano buscó expandir sus territorios en Europa y se enfrentó en reiteradas guerras al Sacro Imperio Romano Germánico, al Imperio ruso, a Venecia y a otras entidades europeas. Sin embargo, sus intentos fracasaron y a la larga le hicieron perder algunos de sus territorios occidentales.

En el siglo XIX, el crecimiento de los movimientos nacionalistas y de los movimientos democráticos republicanos llevó a una serie de crisis internas de poder, estabilidad y economía. Hacia finales del siglo, el movimiento conocido como los Jóvenes Turcos luchó por la creación de una constitución, cuestionó el poder central y debilitó la unión política del imperio.

Durante la Primera Guerra Mundial (1914-1918), el Imperio otomano se unió al bando de las Potencias Centrales (los imperios alemán y austro-húngaro). Al ser derrotados, los países victoriosos impusieron los términos de la paz y obligaron a los otomanos a desintegrar su imperio.

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Referencias

  • Ackerman, M., Schroeder, M. J., Terry, J. (Eds.). (2008). Roman Empire. Encyclopedia of World History, vol. 1: Prehistoric Era to 600 c. e. Facts on File.
  • Ackerman, M., Schroeder, M. J., Terry, J. (Eds.). (2008). Byzantine Empire; Carolingian Dynasty; Holy Roman Empire; Ottoman Empire: 1299–1453. Encyclopedia of World History. vol. 2: The Expanding World. 600 c. e. to 1449. Facts on File.
  • Ackerman, M., Schroeder, M. J., Terry, J. (Eds.). (2008). Ottoman Empire: 1450-1750. Encyclopedia of World History, vol. 3: The First Global Age. 1450-1750. Facts on File.
  • O’Neill, D. I. (2023). Empire. Encyclopedia Britannica.
    https://www.britannica.com/

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Kiss, Teresa (18 de noviembre de 2024). Imperio. Enciclopedia Concepto. Recuperado el 12 de diciembre de 2024 de https://concepto.de/imperio/.

Sobre el autor

Última edición: 18 de noviembre de 2024
Revisado por Teresa Kiss
Profesorado de Enseñanza Media y Superior en Historia (Universidad de Buenos Aires)

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