Te explicamos cuál es el origen y la historia del teatro en diferentes partes del mundo, desde la Antigüedad hasta hoy.
¿Cuál es el origen y la historia del teatro?
El teatro es una de las formas de expresión artística más remotas de la humanidad y su origen en Occidente se remonta a la Antigüedad clásica. Casi todas las culturas antiguas tuvieron alguna forma de espectáculo con la que transmitían valores, educaban, iniciaban a sus jóvenes, rendían culto a sus dioses o conmemoraban sus mitos fundacionales.
Sin embargo, los primeros en comprender el teatro como una forma de arte en sí misma, es decir, en considerar la representación escénica como “arte dramático”, fueron los antiguos griegos.
Entre los siglos VI y IV a. C., se celebraban en Grecia rituales religiosos en honor a Dionisos, el dios del vino y la fertilidad. En esas representaciones, que fueron conocidas luego como bacanales, se ejecutaban danzas hasta alcanzar estados de trance o éxtasis, con los que se buscaba una profunda conexión espiritual con la deidad. Estos ritos, que involucraban música, narrativa y escenificación de mitos, fueron los que dieron origen al teatro tal como lo conocemos.
Ver además: Cultura griega
Teatro antiguo
Teatro griego
En los primeros rituales dionisíacos, el coro danzaba y cantaba al unísono. En el siglo VI a. C., el dramaturgo Tespis, considerado el primer actor del teatro occidental, introdujo una importante innovación: el diálogo. Propuso que uno de los miembros del coro se separara del grupo para interactuar con el resto, lo que dio origen a una forma de representación más compleja, con conflictos y acciones dramáticas. Así, se sentaron las bases para el nacimiento del drama, que en Grecia tuvo un enorme y vertiginoso desarrollo.
A partir de estas innovaciones, se hicieron frecuentes las competencias teatrales en los festivales en honor a Dionisos. Los concursos duraban varios días y las representaciones se llevaban a cabo sobre plataformas (orquesta), detrás de las cuales había estructuras de madera que servían para la entrada y salida de los actores (skené). El público se ubicaba en gradas dispuestas en forma semicircular alrededor de la orquesta, llamadas koilon o theatron.
A lo largo de los siglos V y IV a. C., el teatro griego floreció y se independizó del culto al dios, de modo que continuó desarrollándose como forma artística, filosófica y social. Así, se convirtió en una vía para conocer la condición humana, transmitir valores ciudadanos y difundir creencias.
Los tres grandes representantes de la tragedia griega fueron Esquilo (525-456 a. C.), considerado el padre del género por la introducción del segundo actor; Sófocles (496-406 a. C.), que profundizó en el personaje trágico, y Eurípides (484-406 a. C.), que realizó innovaciones en las formas convencionales e introdujo mayor intensidad psicológica en sus personajes.
Junto con la tragedia surgió la comedia, con un carácter satírico y crítico hacia políticos, filósofos y diversas situaciones sociales de la Atenas del momento. Aristófanes (444-385 a. C.) y Menandro (342-292 a. C.) fueron los más grandes comediantes griegos.
Teatro romano
El teatro griego influyó enormemente en la cultura romana, que lo tomó como modelo e inspiración para desarrollar sus propias formas dramáticas entre los siglos III y II a. C. Las representaciones teatrales en la Antigua Roma formaban parte de un gran evento: los Juegos Romanos, que se hacían en honor a los dioses. Así surgieron autores como Plauto (254-184 a. C.) y Terencio (185-159 a. C.).
Además, los romanos también incorporaron a su cultura el legado de las obras griegas, lo que permitió preservarlas en latín para la posteridad.
Teatro indio
En Oriente también hubo ricas tradiciones teatrales durante la Antigüedad. El teatro indio es una forma dramática milenaria y tiene su origen en las danzas religiosas y ceremoniales de la cultura ancestral de la India.
En el drama indio aparecían figuras muy estereotipadas, como el héroe (nayaka), la heroína (nayika) o el payaso (vidusaka), en medio de relatos mitológicos y religiosos que hacían énfasis en el origen de los dioses. La representación consistía en la danza y el diálogo de actores disfrazados y maquillados, sin escenario ni decorados.
El teatro indio se practicó sin interrupciones ni cambios significativos durante mucho tiempo, y tuvo su apogeo entre los siglos III y V d. C. Dos de los grandes dramaturgos de esta tradición fueron el rey Sudraka (s. III d. C.) y el poeta Kalidasa (s. IV-V d. C.), cuyas obras son consideradas joyas de la literatura sánscrita.
Teatro chino
El teatro en China se originó en el siglo VI a. C. y se componía especialmente de danzas, acrobacias, mimos y actos rituales. Los actores eran todos varones y podían representar diferentes papeles estereotipados, ya fueran masculinos (sheng), femeninos (tan), cómicos (chou) o guerreros (ching). En muchos casos, se empleaban máscaras y maquillajes.
La tradición china inspiró expresiones similares en Japón y en otras naciones del sudeste asiático, que florecieron en siglos posteriores y que no fueron conocidas en Occidente casi hasta el siglo XIX.
Teatro medieval
Tras la caída del Imperio romano, el teatro en Occidente perdió relevancia como forma artística, tanto en el ámbito popular como en el religioso. Esto se debió a que el cristianismo rechazó el legado pagano de Europa y se empeñó en distinguirse de esa tradición.
Posteriormente, sin embargo, la Iglesia comenzó a ver la representación dramática como una poderosa herramienta de evangelización. Así, hacia el siglo X, surgió un teatro litúrgico que reproducía las escenas más importantes del imaginario cristiano (entre ellas, la visita de María Magdalena a la tumba de Jesucristo, el Génesis o el Apocalipsis), con el objetivo de difundir la doctrina. Esto dio origen a una rica tradición de la dramaturgia cristiana posterior.
Hacia los siglos XI y XII, muchos monasterios franceses comenzaron a escenificar los relatos bíblicos fuera de los templos religiosos, en plazas donde se colocaban plataformas sencillas que servían para focalizar la atención en los actores. Además, el latín culto fue progresivamente abandonado en las representaciones para dar paso al uso de lenguas vernáculas, que resultaban más familiares para la gente común.
A medida que estos actos teatrales se hacían más complejos, se los empezó a exhibir en carrozas o escenarios móviles para llevar la fe cristiana a todos los poblados. Esto fue particularmente popular en España, donde fueron conocidos con el nombre de autos sacramentales. En Inglaterra, en especial durante el Corpus Christi, estos actos se convirtieron en formas populares de teatro, y pronto se hicieron comunes en toda Europa.
Para amenizar el tono religioso y acercar las historias al público, las representaciones comenzaron a incluir personajes cómicos y sátiras de los vicios sociales, que con el tiempo se hicieron cada vez más frecuentes y osadas. Así, a partir del siglo XVI, surgieron los principales detractores: por una parte, los puritanos protestantes condenaban su humor satírico y escatológico, y por otra, los humanistas renacentistas veían con malos ojos su frivolidad y su vínculo con cierta tradición medieval, de la cual buscaban separarse.
En consecuencia, muchas de estas obras se prohibieron en París y en los países protestantes, mientras florecieron en las naciones donde la Iglesia católica conservaba aún su influencia, como España.
Teatro japonés
Mientras en el Occidente medieval florecía el auto sacramental, en el Japón del siglo XIV cristalizaba una cultura escénica proveniente de las danzas sintoístas y los rituales budistas. Esta herencia pertenecía tanto al propio Japón como a la influencia de China y otras naciones asiáticas, y otorgó al teatro japonés sus principales características.
El teatro noh surgió en Kioto hacia 1374, bajo la tutela del shogún Yoshimitsu, quien dio inicio a una importante tradición de mecenazgo teatral (es decir, financiamiento económico para la realización de obras) por parte de los señores feudales japoneses.
La mayoría de las obras de este estilo, interpretadas por actores varones acompañados de un pequeño coro, fueron escritas en las siguientes décadas por Kiyotsugu Kanami (1333-1384), su hijo Zeami Motokiyo (1363-1443) y posteriormente el yerno de este último, Komparu Zenchiku (1404-1470). Pocas obras nuevas se han escrito para el teatro noh desde el siglo XV.
Teatro renacentista y barroco
El Renacimiento marcó un punto de inflexión en el teatro y la dramaturgia, como sucedió con muchas otras artes y saberes. Se despojó de su carga religiosa y rescató los mitos y símbolos de la Antigüedad clásica, así como el legado teórico de la Poética de Aristóteles (384-322 a. C.). Este fue el primer tratado sobre arte dramático de la historia y definió las “unidades”o reglas literarias, que proponían que la obra debía transcurrir en base a una historia única, en un mismo día y un solo lugar.
El triunfo de la burguesía como nueva clase social dominante determinó un cambio en las sensibilidades artísticas y favoreció el surgimiento de nuevos géneros y estilos. Aparecieron grandes movimientos como el teatro barroco español, cuyo mayor exponente fue Miguel de Cervantes (1547-1616), y el teatro isabelino inglés, en el que se destacó William Shakespeare (1565-1616).
Pero la novedad más significativa fue la comedia del arte italiana, que apareció a mediados del siglo XVI en las plazas de Venecia y Roma como una forma de teatro callejero, popular y espontáneo, pero con actores profesionales. Muchas de las comitivas teatrales eran itinerantes y se desplazaban de pueblo en pueblo, armando escenarios improvisados.
En la comedia del arte se representaban piezas de comedia con acciones físicas (como caídas, gestos y golpes), improvisaciones teatrales y obras con personajes fácilmente reconocibles, pues usaban siempre las mismas máscaras. Por ejemplo, Pantaleone era un anciano pomposo y malhumorado al que se le hacían bromas y jugarretas; Arlecchino era el sirviente bromista y atrevido, y Pulcinelli era el barrigón y jorobado especialista en propinar palizas.
A partir de entonces, comenzaron a expandirse nuevas formas de espectáculo teatral en una Europa que valoraba cada vez más la dramaturgia. La tragicomedia, una forma intermedia entre la comedia y la tragedia, se convirtió en un género muy popular.
En el siglo XVII, ya entrado el período Barroco, apareció la ópera, y el llamado “estilo italiano” de teatro se esparció por toda Europa. Por su parte, el teatro barroco español estuvo determinado por la línea contrarreformista (es decir, la reacción de la Iglesia católica ante el avance protestante), que alentó la aparición de grandes autores de autos sacramentales como Lope de Vega (1562-1635), Tirso de Molina (1579-1648) y Calderón de la Barca (1600-1681).
En ese mismo contexto, el teatro francés tuvo un importante auge a través de renombrados dramaturgos como Pierre Corneille (1606-1684) y Jean Racine (1639-1699), que fueron grandes autores de tragedias. Otro gran exponente fue Molière (Jean-Baptiste Poquelin, 1622-1673), actor y autor de comedias, farsas, tragicomedias y algunas de las obras más celebradas de la lengua francesa.
Teatro moderno
El Romanticismo alemán, especialmente con su movimiento artístico Sturm und Drang (“Tormenta e ímpetu”), tuvo un gran impacto en la tradición teatral de la segunda mitad del siglo XVIII en Occidente.
Como en el resto de las artes, el Romanticismo en el teatro enfatizó el sentimentalismo y el dramatismo, frente al racionalismo promovido por la Ilustración francesa. Prefirió los temas sombríos y misteriosos, en particular aquellos provenientes de la cultura popular y el folclore.
El legado de autores como Wolfgang von Goethe (1749-1832) y Friedrich Schiller (1759-1805), con grandes obras dramáticas como Fausto o Guillermo Tell respectivamente, inspiraron a comienzos del siglo XIX el nacimiento de un nuevo género: el melodrama, que incorporaba música para enfatizar las emociones de los personajes.
De la mano del nacionalismo, este nuevo estilo se consolidó en casi todos los países de Europa, con autores de renombre como Georg Büchner (1813-1837), Victor Hugo (1802-1885), José Zorrilla (1817-1893) y muchos otros.
Promediando el siglo XIX apareció en Francia el teatro realista, que determinó el triunfo del racionalismo por encima de los postulados románticos. Con el realismo, surgió la necesidad de un teatro naturalista, con escenografías cotidianas y actuaciones verosímiles, despojadas de grandilocuencia.
Más allá de haber nacido en Francia, el realismo alcanzó su cumbre expresiva en la pluma de autores nórdicos, como el sueco August Strindberg (1849-1912), el noruego Henrik Ibsen (1828-1906) y el también destacado cuentista ruso Antón Chéjov (1860-1904).
Teatro contemporáneo
La llegada del siglo XX trajo consigo las vanguardias, una importante fuente de innovación formal y estética que dio origen a muchas y muy diversas escuelas teatrales en Europa y América.
En general, las vanguardias buscaron en sus personajes una mayor intensidad y profundidad psicológica, abandonaron las tres unidades clásicas aristotélicas y abrazaron a menudo la denuncia y la militancia política. Además, la libertad de experimentación y el impulso por innovar en la puesta en escena otorgaron al director teatral un rol fundamental, comparable con el del director cinematográfico.
Entre los numerosos movimientos teatrales de la vanguardia, se destacaron el expresionismo, el teatro épico de Bertoldt Brecht (1898-1956) y el teatro del absurdo. Esta última forma se vinculó con la filosofía del existencialismo, y sus principales representantes fueron Antonin Artaud (1896-1948), Eugène Ionesco (1909-1994) y Samuel Beckett (1906-1989).
Asimismo, surgieron otros importantes movimientos, como el de los Angry Young Men, un grupo de escritores británicos profundamente críticos con la sociedad burguesa de posguerra de la década de 1950. Entre ellos, se encontraban Harold Pinter (1930-2008), John Osborne (1929-1994) y Arnold Wesker (1932-2016).
Otros grandes nombres del teatro contemporáneo fueron Luigi Pirandello (1867-1936), Alfred Jarry (1873-1907), Arthur Miller (1915-2005), Federico García Lorca (1898-1936) y Ramón del Valle Inclán (1866-1936).
Desde 1960, el teatro contemporáneo ha intentado reconectar con las emociones del espectador y alejarse del teatro épico o el mensaje político. Muchas vertientes teatrales, además, buscan romper con la forma convencional del escenario y llevar el teatro a la calle o incorporar al público. El happening, la improvisación en el espacio público e incluso la performance son grandes ejemplos de esta intención.
Referencias
- Chaillet, N., Guthrie, T. y Davis, T. (2024). Theatre. Encyclopedia Britannica. https://www.britannica.com/
- Koss, M. N. (Comp.). (2021). Historia del Teatro. Editorial de la Facultad de Filosofía y Letras Universidad de Buenos Aires. http://publicaciones.filo.uba.ar/
- Gómez García, M. (2007). Diccionario Akal de Teatro. Akal.
- Oliva, C. y Torres Monreal, F. (2002). Historia básica del arte escénico. Cátedra.
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