Te explicamos qué es la respiración animal y en qué consiste este proceso. Además, los tipos de respiración animal que existen y ejemplos.

¿Qué es la respiración animal?
Cuando hablamos de respiración animal, nos referimos al mecanismo metabólico de los seres vivos del reino animal que implica un intercambio de gases con el medio ambiente, a través del cual se introduce oxígeno (O2) al cuerpo y se expulsa dióxido de carbono (CO2) al exterior. De este modo, los animales transfieren el oxígeno a la sangre.
En los animales vertebrados, la respiración se realiza a través de los pulmones. Sin embargo, en otras clases de animales, ocurre mediante sistemas distintos, como en los peces, que respiran por medio de branquias.
Más allá de las diferencias, respirar consiste en intercambiar gases. En este proceso, el oxígeno se capta del ambiente para ser utilizado en funciones vitales del cuerpo. En cambio, el dióxido de carbono debe ser eliminado, ya que es un desecho que se produce durante el funcionamiento normal del organismo.
Una vez que el oxígeno ingresa al cuerpo gracias a la respiración, en la mayoría de los animales es necesario que el aparato circulatorio lo distribuya por el resto del cuerpo. En ese sentido, los sistemas respiratorio y circulatorio están estrechamente relacionados.
- Ver además: Respiración
Tipos de respiración animal

Los tipos de respiración están influenciados por las propiedades del medio en que vive cada organismo. La respiración aérea implica el movimiento de aire hacia dentro y fuera de los pulmones (respiración pulmonar), mientras que la respiración en el medio acuático consiste en hacer fluir el agua sobre las branquias (respiración branquial).
Asimismo, en ciertos animales, como los sapos, la respiración ocurre tanto en los pulmones como en la superficie del cuerpo (respiración cutánea). En cambio, los insectos tienen un tipo de respiración en la cual prescinden del aparato respiratorio (respiración traqueal).
Respiración pulmonar
La respiración pulmonar es la que realizan los animales terrestres, entre ellos, los mamíferos (incluidos los humanos), las aves y la mayoría de los reptiles y anfibios.
En este caso, los órganos que llevan adelante el intercambio de gases son los pulmones, cuya estructura varía según la especie. Básicamente, se trata de una compleja red de tubos y sacos, rodeada de numerosos vasos sanguíneos.
En la respiración, el aire entra y sale mediante movimientos musculares. Luego, el aparato circulatorio del animal es el encargado de transportar el oxígeno hacia el resto del cuerpo. Asimismo, es el responsable de recolectar el dióxido de carbono y llevarlo a pulmón para que sea eliminado.
Respiración branquial
La respiración branquial es aquella que está adaptada a la vida en el agua, de modo que se presenta en animales como los peces, los cangrejos y las almejas. También es propia de las estrellas de mar, los gusanos marinos y los anfibios acuáticos, como el ajolote.
Para respirar, estos animales poseen branquias. Las branquias son órganos complejos, de paredes delgadas y abundantes vasos sanguíneos, que se hallan en constante contacto con el agua.
Así, el intercambio de gases sucede entre el líquido circulatorio (ya sea sangre o hemolinfa) y el agua circundante, en donde se halla el oxígeno disuelto. Cuando el agua pasa a través de las branquias, el oxígeno se incorpora al cuerpo y el dióxido de carbono se libera al exterior.
Respiración traqueal
La respiración traqueal es aquella que permite el intercambio de gases entre los tejidos y el aire. Es propia de algunos invertebrados terrestres, entre los que se cuentan insectos (como las hormigas, las abejas y las mariposas) y ciertos arácnidos (como las arañas y los escorpiones).
Este tipo de respiración tiene lugar en una serie de tubos que se llenan de aire (tráqueas) y que van desde la superficie del cuerpo hasta las células. De este modo, se evita la necesidad de un aparato circulatorio para el transporte de gases.
Respiración cutánea
La respiración cutánea es aquella que se da a través de la superficie del cuerpo. Ocurre en ciertos animales, como las lombrices de tierra, los sapos y las tortugas. También en animales acuáticos sencillos, como las medusas y las esponjas.
La superficie corporal de los animales que realizan este tipo de respiración está recubierta por una piel fina y especializada. Esta piel les permite incorporar gases del aire o del agua y transferirlos al sistema circulatorio para su posterior distribución en el cuerpo.
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Referencias
- Hickman, C. P., Roberts, L. S., Keen, S., Larson, A., L’Anson, H. y Eisenhour. (2002). Principios integrales de Zoología. McGraw-Hill.
- Randall, D., Burggren, N. y French, K. (1998). Fisiología animal. Mecanismos y adaptaciones. McGraw-Hill.
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