Te explicamos qué es el pensamiento científico, cuál es su origen y cuáles son sus características. Además, algunos ejemplos.
¿Qué es el pensamiento científico?
El pensamiento científico es un tipo de razonamiento que se basa en el escepticismo, la observación y la experimentación para sustentar sus conclusiones sobre la realidad. Depende de la comprobación demostrable de sus interpretaciones del mundo y de las leyes que lo rigen.
Se trata de un modo de razonamiento ajeno a los métodos y razonamientos de la religión, la magia y la escolástica medieval, cuyos saberes no son explicables ni comprobables. Por el contrario, la ciencia abraza el pensamiento crítico y el espíritu racionalista de los filósofos renacentistas.
Así, el pensamiento científico moderno se sostiene especialmente en la aplicación del método científico, propuesto por el filósofo y escritor británico Francis Bacon (1561-1626) en su obra De la dignificación y progreso de la ciencia.
Este tipo de pensamiento es vital para entender el mundo moderno. Ha demostrado una gran efectividad a la hora de traducir el universo observable a teorizaciones sistemáticas, demostrables y reproducibles, totalmente independientes de las subjetividades individuales. Además, su conjunción con las técnicas ha dado origen a la tecnología, fuente de las herramientas que hoy en día facilitan la vida del ser humano.
Ver también: Conocimiento científico
Origen del pensamiento científico
La inquietud por conocer y comprender el universo es el germen del pensamiento científico y ha existido en la especie humana desde sus inicios. Ya en la Antigüedad hubo grandes practicantes de lo que entonces se conocía como filosofía o filosofía natural. A diferencia de la ciencia moderna, se basaba tanto en la contemplación de la naturaleza como en su interpretación mítica o religiosa.
Esto no impidió que los grandes pensadores del mundo antiguo y luego medieval se dedicaran a la observación meticulosa y sistemática de los fenómenos naturales y que, conforme se adquirían nuevos saberes y se fabricaban nuevos utensilios, se llegaran a conocer mucho mejor las leyes que rigen el mundo.
Sin embargo, el pensamiento científico propiamente dicho apareció después del Renacimiento, fruto del cambio filosófico y cultural que se dio tras el fin de la Edad Media y el reemplazo de la fe religiosa por la razón humana como valor supremo de la humanidad. A este cambio de paradigma, que rescató el legado clásico y desafió las convenciones del pensamiento religioso, se lo conoce como la Revolución científica.
Características del pensamiento científico
El pensamiento científico consta de cuatro características esenciales:
Objetividad y racionalidad
El pensamiento científico debe ser ajeno a los sentimientos, intereses y opiniones de quien lo formule, dado que intenta obtener conclusiones válidas y universales respecto de las leyes que gobiernan la naturaleza. Por ese motivo, sus apreciaciones no dan cabida a la opinión ni a la creatividad, sino que deben ser neutrales, transparentes e imparciales.
Demostrabilidad y verificabilidad
Las conclusiones científicas deben ser universales y para ello deben poder demostrarse empíricamente, es decir, a través de la experiencia directa y la apreciación de los sentidos. Por eso, la ciencia muchas veces se fundamenta en la interpretación de los resultados obtenidos a través de la replicación en condiciones controladas de un fenómeno natural, esto es, a través de experimentos.
Sin embargo, no todas las ciencias son experimentales. Aquellas que no admiten la comprobación mediante la experiencia, deben sustentarse en argumentaciones válidas, lógicas e irrefutables.
Sistematicidad y metodicidad
El pensamiento científico se formula y se estructura mediante procedimientos ordenados, metódicos, que paso a paso constituyen un procedimiento racional, empírico y analizable en cualquiera de sus etapas y elementos. Así, por ejemplo, un experimento debe poder replicarse tantas veces como sea necesario y obtener siempre el mismo resultado para poder considerarse como verdadero.
Por otro lado, el conocimiento científico está organizado y compartimentalizado de manera que los saberes comprobados y demostrados sirvan para comprender otras realidades más complejas, lo cual a su vez genera nuevos saberes, y así sucesivamente.
Precisión y comunicabilidad
El pensamiento científico debe ser exacto, concreto, y debe poder ser comunicado, tanto a otros miembros de la comunidad científica, responsables de someter sus resultados a comprobación y validación, como a la comunidad general, a través de publicaciones especializadas o divulgativas, respectivamente.
Así, bajo ningún concepto el pensamiento científico puede ser incoherente, inexplicable o intraducible a términos más o menos simples.
Ejemplos de pensamiento científico
Existen muchos ejemplos posibles de la aplicación del pensamiento científico. Por ejemplo, las apreciaciones del universo permitidas por las llamadas ciencias exactas o duras, como la química, la astronomía o la física, son evidencia de cómo la ciencia le permite al ser humano comprender la realidad circundante. Es el caso de las leyes de la mecánica, las transformaciones químicas de la materia y la comprensión de la anatomía humana y de los procesos bioquímicos.
Al mismo tiempo, esta comprensión le permite incidir en la realidad y desarrollar herramientas cada vez más poderosas, como la electricidad, la informática o las ingenierías.
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Referencias
- Blázquez Paniagua, F. (2006). El pensamiento científico en la sociedad actual. Ministerio de Educación de España.
- Ruiz, R. (2005). Historia y evolución del pensamiento científico. Independiente.
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