Características del Romanticismo

Te explicamos cuáles fueron las características del Romanticismo, sus temas, valores y disciplinas en que se manifestó.

Romanticismo

El Romanticismo (1789-1880) fue al mismo tiempo un movimiento artístico, filosófico, estético, musical y literario. Surgió en el norte de Europa (en Alemania e Inglaterra) a finales del siglo XVIII, y asumió una postura contraria a la Ilustración y el Neoclasicismo dominantes en ese momento.

Además, fue un nuevo modo de pensar que pronto se extendió por Europa y el mundo entero. Así, cambió para siempre el modo en que nos vinculamos en Occidente con la naturaleza, el amor, el arte y el trabajo.

Heredero de importantes obras y tendencias artísticas europeas como el Sturm und Drang (“tormenta e ímpetu”) alemán o las novelas de Wolfgang von Goethe (1749-1832), entre otros, el Romanticismo es un movimiento crucial para comprender la historia moderna de Occidente y del mundo.

Tanto así que, en alguna medida, todos somos hoy en día románticos, pues muchos de los valores centrales de este movimiento continúan vivos, a pesar de que han transcurrido casi dos siglos desde su apogeo, a mediados del siglo XIX .

El nombre del movimiento es motivo de debate, ya que posee importantes nexos con el término francés romantique, empleado en el siglo XVI para referirse a las novelas de caballería. Las mismas se publicaban en ese entonces en lengua romance (mientras que los tratados científicos y filosóficos se publicaban en latín o griego, lenguas clásicas y “serias”).

En consecuencia, el término estaría asociado inicialmente con lo pintoresco, lo sentimental, lo propio de este tipo de literatura. Quizá por ello a lo largo del siglo XIX diferentes formas de referirse al movimiento se emplearon en las distintas lenguas europeas: romantisch o romantiker en alemán, romancesco y romántico en español.

Lo importante hoy en día es comprender que lo romántico no necesariamente tiene que ver con el romance erótico y las historias de amor, sino con una postura ante la vida que exalta los sentimientos por encima del mundo lógico y racional propuesto por la modernidad.

A continuación veremos las características principales del Romanticismo y detallaremos algunos de sus más destacados autores, pensadores y obras artísticas y literarias.

Ver además: Romanticismo literario

Características del Romanticismo

1. Los sentimientos primero que la razón

El Romanticismo fue, ante todo, una reacción contra el mundo frío, racional y milimétrico que engendró la Ilustración francesa y que se puso en práctica con la industrialización. Atrás quedaba el tiempo rural, con su naturaleza contemplativa: el mundo moderno era rápido y atribulado, con el tiempo medido y la razón como valor supremo de la humanidad.

Por lo tanto, el Romanticismo aspiraba a recuperar lo que se consideraba como un aspecto perdido u olvidado del ser humano: lo sentimental. Por esa razón, los artistas románticos exaltaban la singularidad de su mundo interior, entendiendo su labor como la de un demiurgo o dios creador de un universo propio, y pensándose a sí mismos como individuos diferentes, únicos, originales.

Para ellos, el instinto y el Yo creador tenían mucho más valor que las consideraciones universalistas del racionalismo, que pensaban al ser humano en términos más bien científicos y sociológicos.

Es por ello que las obras románticas suelen representar héroes solitarios y sufridos, atrapados en la pasión de su tormenta interior, como el joven Werther de Goethe, cuyo amor imposible con Carlota lo conduce al suicidio.

2. La infancia como paraíso perdido

Para los románticos, la civilización enferma a los seres humanos, puesto que con ella nos impusimos un orden estricto y racional que nos distanció de la naturaleza y de nuestros orígenes. Por lo tanto, era necesario reconectar con esa naturaleza extraviada, representada en su plenitud en la figura del niño: el rebelde por excelencia, ingenuo, puro, sin corromper aún por las banales ambiciones del comercio y la industria.

Muchos artistas románticos huyeron de la civilización industrial hacia tierras exóticas y naturales, ya sea en largos viajes o en continua búsqueda de un refugio natural, para reconectar con la naturaleza “verdadera”. En ese sentido expresaban una cierta nostalgia por lo rural, por la vida previa a las ciudades.

Otros, en cambio, abrazaron ideas políticas y revolucionarias que defendían la bondad inherente del ser humano en contra de la influencia corruptora del mundo burgués.

En el imaginario romántico el rebelde y el héroe trágico ocupan un lugar importante: aquellos que se sublevan contra la sociedad entera y son incomprendidos, tildados de locos o sacrificados por la masa, excepto por aquellos contados elegidos que logran entender la profundidad y la honestidad de su lucha. En ello, los héroes románticos son herederos del mito cristiano.

3. La exaltación del nacionalismo

A diferencia de lo propuesto por la Ilustración, mucho más cosmopolita y universalista, el Romanticismo fue un movimiento profundamente nacionalista. Sus obras retomaban del folklore y las leyendas y tradiciones rurales de cada país, y defendían lo único y original de cada cultura, su espíritu propio o Volkgeist.

Esto condujo a la exaltación de las épocas doradas, o sea, los momentos pasados de gloria y plenitud. Los nacionalismos europeos fueron en gran medida una invención romántica.

De ese modo, se recuperó el imaginario medieval, tan denigrado por el Humanismo y la Ilustración ya que lo asociaban al oscurantismo religioso y la superstición, todo lo opuesto a la razón humana.

Los románticos, en cambio, vieron en el Medioevo un estado de mayor pureza, y rescataron numerosos relatos de antaño, como la mitología artúrica o las sagas escandinavas, así como tradiciones poéticas en lenguas locales como el galés, el escocés, el gallego, etcétera. De ese modo evitaron el legado europeo grecorromano, en que se centraban los neoclásicos.

Son ejemplo de ello novelas como el Fausto de Goethe, Frankenstein de Mary Shelley o Ivanhoe de Walter Scott, además de pinturas como Lady Godiva de John Collier y El aquelarre y Vuelo de brujas de Francisco de Goya, entre muchos otros. También lo son las composiciones musicales del italiano Giacomo Puccini y el alemán Max Bruch, en las que retomaban el legado popular.

4. La rebeldía estética

Al valorar tanto la originalidad, los románticos necesariamente debían mostrarse rebeldes ante las normas tradicionales y los estilos imperantes en el arte.

Por un lado, eso significaba dejar de copiar los motivos clásicos tradicionales, y por otro romper con la idea de la obra acabada y total, apreciando en cambio las obras inconclusas, abiertas, que permitían apreciar lo único y personal que había en cada artista. Los cánones y escuelas no les interesaban tanto como la potencia de la expresión subjetiva.

La libertad creativa, en ese sentido, era lo más importante. Los poetas románticos rompieron con la rigurosidad de la métrica y se permitieron versos más libres; mezclaron prosa y verso a su antojo; rompieron con las tres unidades aristotélicas de la obra teatral; rescataron géneros medievales como la balada y el romance; y en la música abrazaron la improvisación.

5. Regreso al cristianismo y a la experiencia de Dios

El imaginario del Romanticismo tuvo firmes raíces cristianas, a diferencia de la Ilustración. Muchos de sus cuadros abordan escenas bíblicas o del Nuevo Testamento, y en sus obras líricas y novelas el tema del sacrificio del mesías está continuamente presente.

Poetas como el alemán Novalis (1772-1801) le escribió a su amada muerta (otro de los grandes motivos de los poetas del Romanticismo), comparando su amor por ella con el amor a Jesús, o describiéndola en términos similares a los de la Virgen María.

Por otro lado, los románticos fueron grandes admiradores de paisajes, y su experiencia ante el mundo natural era sublime, casi mística, similar a la que se proponía en épocas anteriores ante el milagro o la revelación divina. De cierta forma, adoraban a Dios fuera de las iglesias, en la belleza natural, ya que al mismo tiempo se trataba de un movimiento laico, en nada emparentado con la moral religiosa y con la Iglesia católica.

Los paisajes románticos, así, fueron abundantes en la pintura y en ellos se buscaba exaltar las emociones, más que copiar una perspectiva real, topográfica. Lo pintoresco y lo sublime fue lo que más les interesaba.

Más adelante, esto dio paso a la idea del flaneur o el viandante, el individuo que deambula por las urbes modernas sin prisa, simplemente observando, y en ello distanciándose de la vida atribulada de los burgueses. El poeta francés Charles Baudelaire (1821-1867) escribió muchos versos al respecto.

6. La apreciación de la fantasía y de lo grotesco

Por último, el Romanticismo no fue un movimiento preciosista y perfeccionista, de obras simétricas y equilibradas, sino que valoró la pasión y el ímpetu por encima de todo. Tampoco estaban interesados en una perspectiva realista, que abordase los temas sociales. Por eso, en su imaginario la fantasía, lo grotesco, lo horrendo y lo sobrenatural tienen cabida y en ellos se puede también apreciar lo sublime.

En las novelas románticas abundan los monstruos y los fantasmas, lo siniestro y lo endemoniado, y de allí nacerá en el siglo XIX la llamada literatura gótica. Novelas y relatos como los de Edgar Allan Poe, Bram Stoker, Lord Byron y John William Polidori son ejemplos de ello, al igual que la poesía de Charles Baudelaire, en la que abundan los vampiros, las prostitutas e incluso la sífilis, o la de los británicos John Keats y William Blake.

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Referencias

• “Romanticismo” en Wikipedia.
• “Romanticismo (1790-1880)” en HA!
• “Romanticism” en The MET (EEUU).
• “Romanticism (art)” en The Encyclopaedia Britannica.
• “Historia de las ideas – Romanticismo” (video) en The School of Life.