Te explicamos qué es la belleza para el arte y la filosofía. Además, qué se considera belleza humana y qué tipos hay.
¿Qué es la belleza?
Se dice que la belleza es la cualidad que atribuimos a aquello cuya percepción produce placer o que resulta agradable estéticamente. Esto aplica para cualquier elemento, ya sea un objeto, un paisaje, un sonido, una persona, un espacio, un animal u otro.
La noción de belleza es una construcción histórica, de modo que puede variar de forma significativa según la cultura o la época. Se trata de un concepto abstracto que suele vincularse con los preceptos de armonía, equilibrio y proporción, atributos que dependen de valores subjetivos y culturalmente determinados. La frase “la belleza no es una cualidad de las cosas mismas; existe solo en la mente que las contempla”, del filósofo David Hume, resume bien esta idea.
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La belleza en el arte
El arte ha guardado con la belleza una relación compleja y cambiante a lo largo de los siglos. En la tradición clásica, se consideraba bella la imitación perfecta de la naturaleza, de modo que los artistas procuraban reproducir rigurosamente este ideal a partir de estrictos cánones. Luego, el Romanticismo cuestionó estos modelos para dar paso a una noción de belleza relacionada con la intensidad de las emociones y la experiencia subjetiva.
La llegada de las vanguardias, a fines del siglo XIX, rompió radicalmente con todas las tradiciones precedentes para dar cabida a nuevas formas, que para su época resultaron escandalosas, vulgares o grotescas. Esas mismas expresiones son hoy consideradas grandes modelos artísticos.
Sin embargo, la belleza no es un asunto exclusivo de los artistas. De ella se han ocupado a lo largo de la historia pensadores de muy diversas disciplinas, que han hecho esfuerzos por definirla o intentar comprenderla mejor. La capacidad de percibir la belleza en la cultura occidental es conocida como “gusto” o “buen gusto” y se vincula con cualidades como la sofisticación, la sensibilidad estética, el conocimiento y el cultivo del intelecto.
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La belleza en la filosofía
Los primeros intentos por definir la belleza provienen de la Antigüedad clásica, específicamente de la Antigua Grecia. Los filósofos de entonces consideraban la belleza como un asunto de proporciones: las cosas simétricas eran más bellas que las asimétricas.
Platón (c. 427-347 a. C.), sin embargo, propuso que la belleza era una Idea, es decir, una cualidad independiente de las cosas. Según él, la belleza verdadera se encontraba en el alma humana y solo se accedía a ella a través del conocimiento. En esta filosofía, la belleza formaba parte de una tríada de valores, junto con el bien y la verdad, de manera que lo bello debía ser también bueno y verdadero.
El concepto clásico de la belleza sobrevivió hasta el Renacimiento, a menudo asociado a una concepción aristocrática de la sociedad (las princesas, por ejemplo, eran representadas siempre más hermosas que el vulgo). Durante la Edad Moderna, esta idea atravesó un importante cambio filosófico, cuando comenzó a considerarse un asunto propio de la percepción, esto es, un tema subjetivo y atado a cuestiones culturales.
Así, por ejemplo, los filósofos subjetivistas sostenían que la belleza dependía de la mente que percibe, mientras que para los objetivistas se trataba de una cualidad propia de las cosas e independiente de la percepción.
Belleza del cuerpo humano
La belleza humana es aquella que se atribuye, desde tiempos ancestrales, al cuerpo humano. En la Antigua Grecia, por ejemplo, el cuerpo masculino estaba relacionado con ideales como la fuerza, la proporción, la armonía y la acción, cualidades que eran recreadas en las esculturas de dioses y héroes trágicos. La belleza femenina, en cambio, se vinculaba con la delicadeza, la gracia y la suavidad.
Así, cada canon de belleza humana responde a una época y una cultura determinadas, y está sometido a circunstancias subjetivas y variaciones históricas, tal como otros tipos de belleza. Por ejemplo, para los estándares del Barroco, se consideraba más agraciado el cuerpo femenino robusto, lo cual era señal de salud y bienestar material. En cambio, en épocas industriales, la noción de belleza comenzó a relacionarse con la delgadez, y trajo asociada toda una industria de productos cosméticos de “embellecimiento”, respaldada y promovida por los medios masivos de comunicación.
Este estándar ha sido cuestionado en tiempos recientes, pues la belleza de un cuerpo no se limita a un patrón mediático, sino que se manifiesta en una diversidad de formas y expresiones singulares y únicas.
Fealdad
Tal como sucede con la belleza, la fealdad es un concepto construido con base en circunstancias y cánones culturales, sociales e históricos. Imágenes, formas, objetos e incluso sonidos que para determinadas épocas o culturas son bellos y virtuosos pueden ser considerados feos o malvados en otros contextos.
En la historia occidental, además, la fealdad no es solo la ausencia de belleza o de virtudes tradicionalmente asociadas con ella (como la verdad o la bondad), sino que tiene un valor estético en sí misma. A lo largo de los siglos, muchos artistas, como los pintores del período gótico (siglos XII a XV), El Bosco (1450-1516), Edvard Munch (1863-1944) o Cindy Sherman (1954-), se han dedicado a representarla como otra forma de indagar en la condición humana.
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Referencias
- Bourdieu, P. (2010). El sentido social del gusto. Elementos para una sociología de la cultura. Siglo XXI.
- Eco, U. (2007). Historia de la fealdad. Lumen.
- Hume, D. (2008). La norma del gusto y otros escritos sobre estética. Muvim, Museu Valencià de la Illustració i de la Modernitat.
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