Te explicamos qué es el habla y cuáles son los componentes de esta capacidad humana. Además, sus trastornos y teorías del acto del habla.
¿Qué es habla?
La palabra habla proviene del vocablo latín fábula, que hace referencia a la facultad de hablar, propia del ser humano. Esta es una facultad que las personas comienzan a desarrollar paulatinamente, ampliando su vocabulario en el transcurso de la niñez.
Las sociedades a lo largo del tiempo van construyendo distintas lenguas, que funcionan como instrumentos admitidos y transmitidos por la propia comunidad, gracias a los cuales los individuos pueden comunicarse entre sí. Mientras la lengua es el conjunto de signos y reglas con las que ese código comprendido por todos se manifiesta, el habla es la apropiación individual de la lengua, que se adquiere de un modo mucho más pasivo.
Esta distinción fue la que formalizó Ferdinand de Saussure, el lingüista suizo padre de la semiología, que es la disciplina que se ocupa de los signos (y los comprende en tanto imagen acústica-concepto) y de su comportamiento social.
Ver además: Elementos de la comunicación
Componentes del habla
- Articulación. Es la forma en que se generan los sonidos de una letra.
- Voz. Uso del sistema de cuerdas vocales y la respiración para poder hablar.
- Fluidez. Ritmo con el que se transmiten los mensajes.
Trastornos del habla
Consiste en problemas que impiden que un sujeto pueda hacer uso adecuado de la voz, no poder emitir sonidos correctamente o por la forma o por su ritmo. Se suele confundir con trastornos del lenguaje, pero no son lo mismo, ya que éste último se relaciona con la comprensión de lo que otros dicen. Aunque pueden darse ambos tipos de patologías de forma simultánea.
Algunos ejemplos de los trastornos del habla son la disritmias y la tartamudez.
Teoría de los actos de habla
En lo que refiere a la filosofía del lenguaje humano, uno de los primeros autores en profundizar acerca del habla fue John Austin, que elaboró la conocida teoría sobre los actos de habla. Esta teoría comprende a la comunicación oral entre una persona y otra, entendiendo que el mensaje es captado y produce un efecto sobre el receptor.
La primera clasificación que hace Austin la realiza de acuerdo con la función de la oración:
- Locutorios. Los enunciados en sí mismos, cualquiera de los actos basados en decir algo. Sus componentes son tres, lo fonético, que corresponde a la emisión de los sonidos, lo fáctico, que es la combinación de las palabras en oraciones, y lo rético, que es el empleo de esos vocablos con forma de sentido y cohesión. “El médico me dijo ‘toma estas pastillas’” sería una oración de esta clase.
- Ilocutorios. En la faceta de la intención contenida en el enunciado, en la fuerza que terminará por producir un efecto sobre el receptor. Informar, advertir, amenazar, prometer u ordenar, entre otros: ‘El médico me aconsejó tomar unos días de descanso’. Dentro de esta dimensión correspondiente a la intención, se diferencian dos acciones que serán muy distintas: las directas y las indirectas.
- Actos directos. Son aquellos en los que el hablante expresa claramente su intención al hablar. El llamado ‘acto ilocutorio primario’ es mencionado.
- Actos indirectos. Son los que la intención debe ser interpretada por el receptor. Será una lectura ‘entre líneas’, que generará un acto ilocutorio secundario: (ante la pregunta de ir a bailar) ‘tengo mucho que estudiar’
- Perlocutoria. La dimensión que se ocupe de los efectos que necesariamente el vocablo tendrá en el receptor. Es la dimensión que se centra en el interlocutor, y variará según quién sea este. ‘El médico me convenció de tomar unos días de descanso’.
En el caso de las secuencias de varios actos de habla, organizados en forma de diálogo, puede desprenderse un nuevo acto. Se trata del macro-acto de habla, que será un breve resumen, la parte troncal y principal del proceso de varios actos de habla, realizados por una o varias personas. Un ejemplo de esto podría ser una invitación a un lugar, o una promesa. El macro-acto de habla también podrá ser directo o indirecto, según exista o no una explicitación.
En función de su finalidad, los actos pueden clasificarse entre:
- Actos asertivos. Cuando el hablante los utiliza para afirmar o negar algo, hablando sobre la realidad.
- Actos expresivos. Son aquellos que verbalizan un estado emocional o físico.
- Actos directivos. En ellos la faceta principal es la intención, en el sentido de convencer de algo, ya sea de una idea o de un modo de actuar.
- Actos compromisorios. En los que el hablante afirma de forma directa o indirecta la asunción de una responsabilidad, que apunta a realizar alguna actividad.
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