Te explicamos qué es la claridad en comunicación, en un texto y su sentido general. Además, su relación con la coherencia.
¿Qué es la claridad?
La claridad es la cualidad de lo claro, es decir, la condición que tienen las cosas que están correcta y suficientemente iluminadas. La claridad es lo contrario a la oscuridad, por lo tanto, y proviene como palabra de la voz latina claritas, derivada a su vez de clarus (“claro”).
En la cultura grecorromana, como en la inmensa mayoría de las civilizaciones humanas, la luz del día y lo que estaba al alcance de la vista tenía su equivalente, metafóricamente, en el pensamiento y las ideas, ya que en el ojo de la mente las puede ver con mayor o menor claridad dependiendo de qué tanto brille en una persona la luz de la razón.
Así, la vida y la razón humana estaban emparentadas con el día y la claridad, mientras que la noche y la oscuridad tenían que ver con la muerte, el sueño y la inconsciencia. Por eso, hoy en día hablamos de claridad para referirnos, también, al entendimiento.
Por ejemplo, preguntamos si algo “está claro” o “quedó claro” para saber si nuestro interlocutor lo entendió a cabalidad, y le pedimos a alguien que “hable claro” si notamos que no está pronunciando muy correctamente o está hablando de un modo difícil de entender. Igualmente, decimos que una instrucción “no fue muy clara” cuando no logró transmitirnos lo que debemos hacer o nos dejó con demasiadas dudas al respecto.
Ver también: Ambigüedad
Claridad en la comunicación
Todo acto de comunicación consiste en transmitir un mensaje de un punto (un emisor) a otro (un receptor), tratando de que en el camino se pierda la menor cantidad de información posible. En este sentido, una comunicación se da con claridad cuando los significados son evidentes, fáciles de captar, sobre todo cuando ello depende del modo en que el emisor transmita su mensaje.
Así, la claridad de un acto comunicativo puede depender de:
- La capacidad expresiva del emisor: su talento para comunicar su mensaje de un modo comprensible.
- La ausencia de obstáculos y ruidos en el canal de comunicación, que puedan oscurecer (distorsionar, confundir, hacer menos comprensible) el sentido del mensaje.
- La capacidad adecuada del receptor para percibir el mensaje y decodificarlo correctamente. Es posible que un mensaje esté muy claro para el emisor, pero no así para quien lo escucha, si este último carece de las herramientas para entenderlo a cabalidad: el dominio del lenguaje, la terminología adecuada, etc.
Más en: Comunicación efectiva
Claridad en un texto
Se dice que un texto es claro cuando su lectura e interpretación son relativamente sencillas para el promedio de sus lectores. O sea, cuando los sentidos de lo escrito son más o menos evidentes, y el lector no requiere de hacer un gran esfuerzo para captarlos y decodificarlos. Un texto escrito con claridad puede llamarse también: franco, amable, abierto, sencillo, fácil, etc.
Por el contrario, un texto oscuro es aquel cuyos sentidos no son nada evidentes. Puede ser porque está escrito de un modo retador, difícil para el lector, porque exige mucha atención o exige un conocimiento muy profundo en la temática, o bien porque está mal escrito y el significado exacto se pierde en la ambigüedad, en la duda.
Por ejemplo, algunos textos filosóficos pueden ser un desafío para el lector promedio, ya que su manejo del lenguaje es intrincado, exigente, a ratos inclusive confuso. Los escritos de Jacques Derrida, Gilles Deleuze o Jacques Lacan suelen ser considerados “oscuros”, o sea, difíciles de interpretar de manera correcta. Si consideramos que sus autores ya no viven como para dar explicaciones al respecto, más complicada es la cosa.
Otro caso de textos “oscuros” pueden ser los textos religiosos, escritos de un modo ambiguo y misterioso, justamente porque deben ser interpretados a la luz de una doctrina específica, y usualmente por un sacerdote o iniciado.
Claridad y coherencia
Muy a menudo, la claridad de un texto depende de su coherencia, es decir, de la correcta unión entre sus partes integrantes. El lenguaje no sólo requiere que sepamos las palabras adecuadas, sino que también debemos decirlas en el orden correcto, ensambladas de un modo coherente.
Por ejemplo, las oraciones en español suelen preferir la estructura sujeto–verbo–predicado (SVP). A las oraciones escritas de esta manera se las tiene, normalmente, por más claras, más evidentes, que aquellas que se rigen por órdenes diferentes.
Por ejemplo: “Juan juega al fútbol con sus hermanos” es una oración clara, con poco margen de ambigüedad para una interpretación incorrecta. Sin embargo, si la ensamblamos de un modo distinto, como “juega con sus hermanos al fútbol Juan”, notaremos que el sentido se oscurece, si bien no hemos violentado la coherencia de la frase.
Un tercer caso, como “sus juega con fútbol hermanos con Juan”, hemos roto la coherencia de la frase y oscurecido totalmente el significado de la misma.
Este mismo principio aplica a textos de mayor envergadura: de la unión entre sus párrafos determinará qué tanta claridad posea el sentido general de la lectura, incluso si cada párrafo, en sí mismo, resultase estar bien escrito y ser comprensible.
Más en: Coherencia
Referencias
- “Claridad” en el Diccionario de la Lengua de la Real Academia Española.
- “Radicación de Claridad” en el Diccionario Etimológico Castellano En Línea.
- “Claridad” en Wikcionario.
- “Coherencia y claridad en los párrafos” en Informa Valencia (España).
- “Concordancia, claridad, corrección y coherencia en la expresión oral” (video) en Repositorio Videos SEDUC.
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