Te explicamos qué es el sentido del tacto, cómo funciona y la anatomía que lo hace posible. Además, sus receptores sensoriales y cómo cuidarlo.

¿Qué es el sentido del tacto?
El sentido del tacto es la capacidad de captar información del entorno en cuanto a textura, presión, temperatura y dolor. Se trata de uno de los cinco sentidos mediante los cuales el ser humano y otros animales perciben la realidad circundante.
El órgano principal que compone el sentido del tacto es el sistema tegumentario, es decir, la piel. En ella se encuentran distribuidas células receptoras que se conectan con terminales nerviosas para recoger información y enviarla hacia el sistema nervioso central.
El tacto es un sentido pasivo y constante, es decir, estamos continuamente percibiendo el entorno a través del tacto, incluso cuando no lo notamos.
A su vez, puede ser fuente de estímulos placenteros, y por eso juega un rol importante en la socialización. El contacto físico permite las interacciones con otros individuos, tanto en el caso de los seres humanos como en el de otras especies animales.
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Puntos clave
- El tacto es el sentido que nos permite percibir texturas, presión, temperatura y dolor.
- Transmite información del entorno constantemente, aunque no lo notemos.
- Su órgano principal es la piel, donde se encuentran los receptores sensoriales.
- Las capas que componen la piel son la epidermis, la dermis y el tejido subcutáneo.
- El tacto tiene un rol importante en las emociones y el contacto social.
¿Cómo funciona el sentido del tacto?
El sentido del tacto se ocupa de percibir el contacto, la temperatura y el dolor. Para ello, cuenta con células especializadas que funcionan como receptores sensoriales.
Los receptores sensoriales traducen distintos tipos de energía (estímulos mecánicos, químicos, térmicos) en señales eléctricas, las cuales viajan por los nervios hasta los órganos del sistema nervioso central. Las terminaciones nerviosas forman un entramado complejo que recorre el cuerpo, recopilando información sensorial acerca del entorno.
La sensibilidad táctil abarca tres tipos de percepciones diferentes, que llegan al cerebro a través de vías nerviosas específicas:
- Sensibilidad protopática. Es la forma más difusa del tacto, sin capacidad de discriminar con precisión los estímulos. Este tipo de sensibilidad es la más rápida en ser percibida. Normalmente, se ocupa de estímulos como el calor o frío extremos, el dolor y el tacto grueso. El sujeto no puede localizar con exactitud el estímulo en su cuerpo, pero sí es capaz de reaccionar inmediatamente.
- Sensibilidad epicrítica. Es una forma mucho más sutil del tacto, en la cual se distinguen detalles finos. Es una sensibilidad localizada, precisa y con alto nivel de diferenciación entre estímulos. Por ejemplo, la percepción de formas, tamaños, vibraciones y texturas.
- Sensibilidad termoalgésica. Se trata del sentido táctil vinculado con la temperatura (frío y calor) y el dolor (sensibilidad algésica). Esta sensibilidad es muy importante para protegernos ante el contacto con elementos potencialmente dañinos (como algo muy caliente o una lesión).
En los tres tipos de percepciones, los estímulos viajan por los nervios sensitivos correspondientes y llegan al encéfalo o a la médula espinal, según el caso.
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Anatomía del tacto

La piel es un órgano compuesto por distintos tejidos, organizados en varias capas. Estas capas son:
- Epidermis. Es la parte de la piel que forma la superficie externa del cuerpo. Está compuesta por células muy próximas unas con otras, que componen el tejido epitelial. Algunas de las células epiteliales contienen melanina, un pigmento que nos protege de la radiación UV y da color a la piel. También es donde se encuentran los primeros receptores táctiles.
- Dermis.Se trata de la capa que subyace a la epidermis. Está compuesta por un tipo de tejido rico en colágeno, con muchos vasos sanguíneos (tejido conjuntivo denso). Posee pequeñas glándulas que fabrican el sebo y el sudor (glándulas sebáceas y sudoríparas). También presenta gran cantidad de receptores táctiles y sus respectivas terminaciones nerviosas. Además, es la capa de la piel encargada de reemplazar las células muertas de la epidermis.
- Tejido subcutáneo. Es la capa más profunda de la piel, sobre la cual descansa la masa compacta que forman la dermis y la epidermis. Se compone de un tejido conjuntivo menos denso que el la dermis, en el cual es común encontrar gran cantidad de lípidos (grasa), que tienen una función aislante. Allí se localizan los receptores táctiles más profundos.
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Receptores sensoriales

Los receptores sensoriales de la piel son células que convierten ciertos estímulos (principalmente mecánicos) en impulsos nerviosos. Luego, estas señales viajan a través de fibras nerviosas hacia el sistema nervioso central, donde se integra y procesa la información.
En la piel se distinguen tres tipos principales de receptores. Estos son:
- Termorreceptores. Detectan cambios de temperatura externa. Existen termorreceptores fríos y cálidos, según su capacidad para registrar la disminución o el aumento de temperatura.
- Nociceptores. Captan información de estímulos que causan dolor, alertando al sistema nervioso acerca de un daño. Los estímulos nociceptivos pueden ser diversos: calor, frío, presión e incluso estímulos químicos.
- Mecanorreceptores. Captan información de tacto, presión, vibración y tensión de la piel. Están agrupados dentro de estructuras llamadas corpúsculos:
- Corpúsculos de Pacini. Detectan vibraciones rápidas y presión profunda, y se activan solo al inicio y al final del estímulo.
- Corpúsculos de Ruffini. Perciben calor y estiramiento continuo de la piel, y se encuentran en la dermis profunda.
- Corpúsculos de Krause. Son pequeños receptores ubicados en la dermis y mucosas, pero aún no se sabe con certeza qué estímulos registran.
- Corpúsculos de Meissner. Detectan el tacto suave y se adaptan rápidamente a estímulos continuos como la ropa.
- Discos de Merkel. Son receptores muy sensibles que perciben presión y texturas con gran detalle.
Cuidados del sentido del tacto
Para cuidar el sentido del tacto hace falta, precisamente, proteger la salud de la piel. Esto puede llevarse a cabo mediante acciones como las siguientes:
- Cuidar la higiene. Mantener la piel limpia a través del baño y el secado, evitando el uso de productos químicos abrasivos o irritantes.
- Proteger la piel. Cuidar la piel de la deshidratación y la radiación ultravioleta. Para ello, es conveniente asegurar una buena hidratación y moderar la exposición al sol.
- Evitar sustancias irritantes. No exponer la piel a productos químicos nocivos, combustibles u otras sustancias que puedan destruir o debilitar la epidermis.
- Llevar una dieta adecuada. Consumir alimentos ricos en vitaminas A y D, como zanahorias y vegetales de hojas verdes.
¿Cuáles son los cinco sentidos?
Además del sentido del tacto, el ser humano cuenta con otros cuatro sentidos:
- Sentido de la vista. Permite al cerebro recibir información visual a partir de la luz que entra en los ojos. En la retina hay células especializadas que transforman esa luz en impulsos que el cerebro convierte en imágenes.
- Sentido del oído. Capta las vibraciones del sonido, conocidas como ondas sonoras, y las convierte en señales eléctricas que el cerebro interpreta como distintos ruidos. Este sentido ayuda a identificar lo que sucede en el entorno.
- Sentido del olfato. Permite percibir partículas olorosas suspendidas en el aire al respirar. Este sentido cumple una función clave para detectar aromas placenteros o advertir de posibles peligros, como alimentos en mal estado o humo.
- Sentido del gusto. Permite distinguir sabores gracias a unas pequeñas estructuras llamadas papilas gustativas, ubicadas en la lengua. Los sabores básicos que detectan estos receptores son dulce, salado, ácido, amargo y umami.
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Referencias
- Clínica Universidad de Navarra. (2023). Sensibilidad epicrítica. Diccionario Médico. https://www.cun.es/
- Dvorkin, M. A. y Cardinali, D. P. (2003). Best & Taylor. Bases fisiológicas de la práctica médica. Editorial Médica Panamericana.
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