Te explicamos qué es la pintura y cuál es la historia de esta forma artística. Además, las técnicas de pintura, los pintores más importantes y sus obras.
¿Qué es la pintura?
La pintura es una forma artística en la que se aplican pigmentos sobre una superficie para realizar una imagen con intenciones estéticas. Esto incluye todas las prácticas artísticas que emplean una sustancia capaz de hacer visible una figura bidimensional sobre un soporte.
En este sentido, la pintura pertenece a las denominadas artes visuales, pues hace uso de elementos como la forma, la línea, la composición, la textura o la perspectiva, y de conocimientos relacionados con la óptica y la física de la luz.
Las técnicas pictóricas han evolucionado con la tecnología de cada época. Sin embargo, desde los óxidos del arte rupestre, pasando por el descubrimiento de aglutinantes naturales (como yema de huevo, óleo, caseína y glicerina), hasta el desarrollo de las pinturas sintéticas y los dispositivos digitales de la actualidad, el principio ha sido siempre el mismo: expresarse mediante imágenes.
Los elementos técnicos de la pintura son tres:
- Una superficie, que puede ser tela, madera, papel, metal, piedra, entre otros materiales sólidos.
- Un instrumento de aplicación, por ejemplo, un pincel, una lata de spray, un listón, una rama, los dedos.
- Un pigmento, es decir, una sustancia que pueda expandirse fluidamente, hacerse visible y permanecer en el tiempo sobre esa superficie, como la acuarela, el acrílico o el óleo.
La pintura ha sido considerada parte de las bellas artes desde las primeras definiciones de este concepto. Las obras de los grandes pintores de la historia se preservan en museos, galerías y templos religiosos, o en ámbitos privados como casas y bóvedas. Ya sea que se encuentren exhibidas al público o permanezcan ocultas, su valor histórico y artístico forma parte del acervo cultural de la humanidad.
Ver además: Obra de arte
Historia de la pintura
Como forma de expresión, la pintura nació hace más de 60.000 años, con el arte rupestre desarrollado por los primeros habitantes de las cavernas. Estas primeras pinturas empleaban sangre y otras sustancias a base de óxidos y carbón vegetal, que serían reemplazadas progresivamente por pigmentos realizados con aceites y grasas animales. Estas representaciones mostraban animales como bisontes, ciervos y mamuts, partes del cuerpo humano o figuras geométricas y abstractas.
La pintura, además, acompañó los lugares ceremoniales de civilizaciones antiguas como las de Grecia, China y Mesopotamia, los túmulos funerarios egipcios, los templos romanos y las catacumbas paleocristianas. En Japón, asimismo, se desarrolló la técnica del sumi-e, que presentaba paisajes, retratos y caligrafía sobre papel de arroz, mientras que en India se destacaron la pintura mural, la pintura en miniatura y la pintura religiosa con motivos budistas e hinduistas.
Posteriormente, el Renacimiento europeo buscó imponer la pintura como una de las grandes formas de expresión humana, junto con la escultura. Maestros como Miguel Ángel Buonarroti (1475-1564), Rafael Sanzio (1483-1520) o Leonardo da Vinci (1452-1519) desarrollaron técnicas y valores estéticos que se convirtieron en cánones del arte occidental y permanecieron vigentes hasta el quiebre provocado por el impresionismo.
Durante el siglo XIX, la pintura occidental experimentó las tensiones entre la emocionalidad del Romanticismo alemán y la racionalidad promovida por la Ilustración francesa, lo que dio lugar a numerosas expresiones pictóricas de importancia, como la pintura neoclásica y el esteticismo.
Hacia fines del siglo XIX, el impresionismo rechazó el realismo y la perspectiva, para explorar el comportamiento de la luz y la percepción subjetiva. Esto generó una ruptura con una tradición pictórica de siglos y dio paso al postimpresionismo.
En este contexto, surgieron exploraciones cada vez más osadas, que abrieron el camino a las vanguardias artísticas, con grandes procesos de experimentación y nuevas posibilidades expresivas. Movimientos como el cubismo, el expresionismo, el surrealismo, el arte abstracto y el suprematismo, entre otros, expandieron las posibilidades de la pintura hacia ámbitos nunca antes vistos.
Técnicas de pintura
Las técnicas de pintura son los métodos usados para fijar los pigmentos en el soporte elegido. Algunas de las técnicas más populares son:
- Óleo. Emplea aceites y un disolvente llamado trementina para elaborar una pasta viscosa de origen vegetal. Los pigmentos se adhieren al lienzo usando pinceles u otras herramientas y, al secarse, los colores quedan fijos en la superficie.
- Acuarela. Consiste en el uso de pigmentos diluidos en agua, con los que se obtienen colores transparentes y brillantes, que se aplican sobre un papel o cartulina especiales. Con esto se logra un estilo más expresivo y espontáneo.
- Témpera. Llamada también gouache, es un material semejante a la acuarela pero con una carga de talco industrial o blanco de zinc, que aporta al pigmento una tonalidad opaca, sólida y de secado rápido, ideal para aplicar capas sucesivas o realizar correcciones. Era la técnica usada en los frescos renacentistas.
- Acrílico. Es un tipo de pintura muy versátil y de secado rápido, compuesta de pigmentos suspendidos en una emulsión de polímero acrílico, un aglutinante sintético, flexible y soluble en agua que al secarse se vuelve muy resistente.
- Tinta. Es un pigmento diluido en un medio líquido, que puede ser agua, aceite o alcohol. Suele aplicarse sobre papel y su uso es frecuente en la caligrafía pictórica del arte oriental.
- Pastel. Es un pigmento en polvo diluido en goma o resina, que conforma una pasta compacta y seca. Se presenta en forma de barra y se sujeta con la mano al pintar.
- Encáustica. Su nombre deriva del griego enkaustikos, que significa “grabar a fuego”. Es una técnica muy antigua que consiste en aplicar sobre un soporte ceras calientes como aglutinante de los pigmentos.
Grandes pinturas y autores
- Pinturas de las cuevas de Altamira y Lascaux (c. 32.000 a. C.). Estas pinturas rupestres son de las más antiguas expresiones artísticas de la humanidad, y se encuentran en cuevas de España y Francia, respectivamente. En ellas aparecen escenas de caza y animales como bisontes, ciervos y caballos.
- Frescos de Pompeya (79 d. C.). Son pinturas hechas sobre las paredes de los hogares romanos en la ciudad de Pompeya, que se conservaron gracias a la ceniza volcánica que los cubrió tras la erupción del Vesubio. Representan escenas cotidianas, mitológicas y paisajes.
- La Gioconda (Mona Lisa), de Leonardo da Vinci (1503-1519). Es una de las obras de arte más reconocidas y estudiadas del mundo, y un referente del Renacimiento. Se trata de una pintura al óleo, sobre madera de álamo, que representa a una mujer con un paisaje de fondo. Está exhibida en la sala más importante del museo del Louvre, en París.
- Las meninas (La familia de Felipe IV), de Diego Velázquez (1656). Esta obra emblemática del Barroco es un óleo sobre tela que retrata a la familia real y su séquito. Velázquez se incluye a sí mismo en la escena, lo que genera un juego de espejos que ha sido objeto de un gran número de estudios por parte de historiadores y críticos de arte. Se considera la obra maestra del Siglo de Oro español.
- Saturno devorando a su hijo, de Francisco de Goya (1820-1823). Esta pintura al óleo fue realizada sobre una de las paredes de la casa que Francisco de Goya ocupó durante sus últimos años, conocida como la Casa del Sordo. Se trata de una de sus llamadas pinturas negras y representa una escena de la mitología clásica en la que el dios romano Saturno devora a su hijo recién nacido. Es considerada una de las obras maestras del Romanticismo.
- Impresión, sol naciente, de Claude Monet (1872). Es la obra que da nombre al impresionismo y condensa las características de ese movimiento pictórico: la búsqueda de una nueva forma de representar el mundo, basada en la percepción de la luz, así como la captura del instante a través de pinceladas fugaces. Representa un puerto francés al amanecer.
- La noche estrellada, de Vincent Van Gogh (1889). Es considerada una de las obras maestras del postimpresionismo y del arte en general. Representa el paisaje nocturno visto desde la ventana de la habitación de Van Gogh en el hospital psiquiátrico de Saint-Rémy-de-Provence, con el agregado de un pueblo imaginario. La naturaleza de las pinceladas y la atmósfera onírica de esta pintura han sido interpretadas como alusiones al estado mental del artista.
- Las señoritas de Avignon, de Pablo Picasso (1907). Es la pintura que marca el inicio del cubismo. En ella, Picasso abandona por completo las convenciones de la pintura tradicional para representar a un grupo de mujeres con formas fragmentadas y rostros angulosos, inspirados en máscaras africanas. Esta obra tuvo gran influencia en el desarrollo de las vanguardias del siglo XX.
- Serie Pinturas para el templo, de Hilma af Klint (1906-1915). Esta serie de pinturas con formas vibrantes, orgánicas y dinámicas constituye el primer registro de pintura abstracta de la historia occidental, anterior a las exploraciones de Vasili Kandinsky (1866-1944). Se mantuvo en secreto durante décadas por voluntad de su autora y se exhibió por primera vez en el año 1986.
- Playa de Macuto, de Armando Reverón (c. 1926). Esta obra, perteneciente al período blanco de Reverón, es una de las piezas maestras del llamado “pintor de la luz” y una de las pioneras del legado impresionista en América Latina. Las figuras se desdibujan para integrarse con el paisaje tropical gracias a una luz cegadora.
- Autorretrato con chango y loro, de Frida Kahlo (1942). Esta es una de las más famosas pinturas de la reconocida artista. La figura de Frida, que mira de frente con expresión seria, está acompañada por los dos animales sobre un fondo vegetal. Se dice que esta obra guarda un vínculo profundo y consciente con grandes pinturas con motivos similares de Gustave Courbet (1819-1877) y Édouard Manet (1832-1883).
- La jungla, de Wilfredo Lam (1943). Es una de las obras más famosas del pintor vanguardista. Combina elementos del surrealismo con la estética y la iconografía afrocubanas. Es considerada una obra fundamental en el desarrollo del arte latinoamericano.
- El hijo del hombre, de René Magritte (1964). Es una de las más célebres obras surrealistas. Representa a un hombre con la vestimenta que solía usar el propio Magritte, sombrero bombín y traje, y una manzana flotante que le cubre el rostro. Se ha especulado mucho acerca de los símbolos de este supuesto autorretrato y la presencia de la manzana, recurrente en varias obras del artista.
- Sin título (Skull), de Jean-Michel Basquiat (1982). Los “cráneos” o cabezas son un motivo recurrente en Basquiat y uno de los íconos de su trabajo. Se relacionan con la mortalidad, la resistencia y su identidad afroamericana. En este cuadro emblemático del neoexpresionismo, aparecen con colores vívidos, pinceladas enérgicas y los símbolos caligráficos característicos de su obra.
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Referencias
- Clottes, J. (2010). L’ art des cavernes préhistoriques. Phaidon.
- Gombrich, E. H. (1997). La historia del arte. Phaidon.
- Ruhrberg, K., Schneckenburger, M., Fricke, C., y Klaus H. (2001). Arte del siglo XX. Taschen.
- Souriau, É. (1998). Diccionario Akal de Estética. Akal.
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