Te explicamos qué fue la guerra cristera en la historia de México, sus causas, consecuencias y protagonistas. Además, el fin de la guerra.
¿Qué fue la guerra cristera?
En la historia de México, se conoce como la guerra cristera (de Cristo, el ícono católico), también llamada rebelión cristera, guerra de los cristeros o Cristiada, a un conflicto armado que tuvo lugar entre 1926 y 1929.
Enfrentó al gobierno y al ejército mexicano contra las milicias católicas que rechazaban las recientes medidas liberales del presidente Plutarco Elías Calles (1877-1945), principalmente la Ley Calles, que imponía restricciones a la influencia de la Iglesia católica. Este conflicto se insertó en las numerosas tensiones posrevolucionarias (es decir, posteriores a la Revolución mexicana) entre los sectores conservadores, de filiación religiosa, y los sectores liberales, generalmente anticlericales, de la sociedad mexicana.
Un importante antecedente de la guerra cristera fue la promulgación de la Constitución de 1917, que negaba la personalidad jurídica a las iglesias. Además, prohibía la participación del clero en la política, el culto público fuera de los templos y privaba a la Iglesia del derecho a poseer bienes inmuebles.
Sumado a ello, en 1921 hubo un atentado en la Antigua Basílica de Guadalupe con el que se intentó destruir la imagen de la Virgen de Guadalupe. Este atentado falló y se difundió entre los católicos la creencia de que había sido un milagro, lo que instaló la idea de que debían proteger sus intereses y su fe a cualquier costo.
La guerra cristera terminó en 1929 con la firma de unos acuerdos (llamados “arreglos”) entre el gobierno y las autoridades eclesiásticas, mediados por el embajador de Estados Unidos, en los que se resolvió devolver a la Iglesia muchas de las propiedades que habían sido clausuradas y conceder la amnistía a los cristeros que se rindieran. Sin embargo, no se realizaron cambios en la ley.
Puntos clave
- La guerra cristera fue un conflicto armado entre el gobierno mexicano y los milicianos católicos (llamados “cristeros”) que se desarrolló entre 1926 y 1929.
- Su causa principal fue el rechazo a las políticas anticlericales del gobierno, especialmente a la Ley Calles que limitaba la influencia de la Iglesia.
- Concluyó en 1929 con un acuerdo entre el gobierno y las autoridades eclesiásticas que promovió la coexistencia entre Iglesia y Estado.
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Causas de la guerra cristera
La principal causa de la guerra cristera fue la promulgación por parte del gobierno de Plutarco Elías Calles de la llamada Ley Calles en 1926. Esta ley redujo el número permitido de sacerdotes en el país y estableció diversas restricciones religiosas, incluida una modificación del Código Penal que fijaba penas concretas para todo aquel que incumpliera lo establecido por la Constitución en materia religiosa. Con ello, el presidente buscaba limitar la participación de la Iglesia en la vida pública e incrementar el poder del Estado.
La respuesta de la sociedad católica consistió en una colecta de firmas para solicitar una reforma constitucional, que fue rechazada. Posteriormente, se realizó un boicot organizado por la Liga Nacional Defensora de la Libertad Religiosa contra el pago de impuestos y a favor de la reducción del consumo de los productos y servicios brindados por el Estado, lo que se tradujo en significativos daños a la precaria economía del momento.
Así nació un fuerte movimiento social a favor del derecho al libre culto. Bajo el lema de “¡Viva Cristo Rey!” o “¡Viva Santa María de Guadalupe!”, iniciaron el acopio de armas y la conformación de milicias campesinas con la idea de que era viable una salida militar al conflicto. Los campesinos armados recibieron el nombre de “defensores” y “libertadores”, aunque luego fueron conocidos como “cristeros” (se ignora si fue un nombre elegido por los milicianos o si fue un término despectivo usado por sus enemigos).
Consecuencias de la guerra cristera
La guerra cristera se prolongó durante tres años y ocasionó la muerte de unas 250.000 personas, entre civiles y combatientes. También generó una oleada de refugiados hacia Estados Unidos que alcanzó una cifra similar, mayoritariamente de ciudadanos no combatientes.
Los arreglos entre el gobierno y las autoridades eclesiásticas no implicaron un cambio en las leyes pero sí una mayor tolerancia religiosa que favoreció la coexistencia entre la Iglesia y el Estado. La Iglesia permaneció excluida de las decisiones públicas pero pudo retomar su actividad de culto.
Por otro lado, la Iglesia designó como interlocutor con las autoridades federales al arzobispo de México, para evitar cualquier tipo de pronunciamiento político por parte de los obispos y otras autoridades eclesiásticas. Sin embargo, algunos grupos católicos continuaron oponiéndose a medidas como la educación laica durante la década de 1930 y protagonizaron hechos de violencia.
Protagonistas de la guerra cristera
Los personajes más relevantes de la guerra cristera fueron:
- Plutarco Elías Calles. Fue presidente de México al inicio del conflicto y figura central en los gobiernos posteriores. Apodado el “jefe máximo de la Revolución”, ejerció una fuerte influencia sobre las tres presidencias del período conocido como Maximato. Con la promulgación de la Ley Calles en 1926 desató el conflicto armado entre los cristeros y el gobierno.
- Emilio Portes Gil. Fue elegido presidente interino de México (1928-1930) luego del fin del gobierno de Calles y del asesinato de Álvaro Obregón, quien había sido elegido en medio de muchas tensiones políticas. Desde el principio fue partícipe de las negociaciones para restablecer la paz.
- Enrique Gorostieta Velarde. Fue un militar que participó en la Revolución mexicana y fue contratado por la Liga Nacional Defensora de la Libertad Religiosa para dirigir las tropas cristeras, ya que tenía desacuerdos con Álvaro Obregón y Plutarco Elías Calles. Fue asesinado en el marco de las negociaciones de paz del final del conflicto, tal vez para que no obstaculizara el proceso de pacificación (aunque esta posibilidad no está comprobada).
- José Mora y del Río. Fue arzobispo de la Ciudad de México e hizo unas declaraciones contrarias a las disposiciones de la Constitución de 1917 sobre la religión que llevaron al presidente Calles a considerarlas una ofensa y a impulsar la Ley Calles. Luego de iniciada la guerra cristera, se exilió en Estados Unidos y murió en Texas en 1928.
- Leopoldo Ruiz y Flores. Fue obispo de Michoacán y nombrado delegado apostólico por la Santa Sede en 1929. Junto con Pascual Díaz Barreto, obispo de Tabasco, fue uno de los dirigentes del clero que más presionó para lograr un acuerdo con el gobierno. Luego del fin del conflicto fue condenado al exilio por el gobierno de Abelardo L. Rodríguez.
Fin de la guerra cristera
La guerra cristera llegó a su fin en 1929, tras la llegada al gobierno de Emilio Portes Gil en 1928 y el inicio de una serie de negociaciones, con la mediación del gobierno de Estados Unidos y la Santa Sede.
Se acordó una amnistía general para todos los cristeros que se rindieran, aunque se estima que apenas 14.000 de los 50.000 combatientes depusieron sus armas. De todos modos, el modelo de convivencia conseguido requirió de una constante negociación, y algunas facciones cristeras siguieron llevando a cabo acciones violentas durante la década de 1930.
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Referencias
- Delgado de Cantú, G. M. (2015). Historia de México. Legado histórico y pasado reciente. Tercera edición. Pearson.
- Encyclopedia.com (2024). Cristero Rebellion. Encyclopedia of Latin American History and Culture. https://www.encyclopedia.com/
- Hamnet, B. (2014). Historia de México. Segunda edición. Akal.
- Meyer, J. (1973-1974). La Cristiada. 3 vols. Siglo XXI.
- von Wobeser, G. (coord.) (2014). Historia de México. Fondo de Cultura Económica.
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